Combate Naval de San Nicolás: bautismo de fuego de la Armada Argentina
Hoy se cumple un nuevo aniversario del primer combate naval de nuestro país. Fue un enfrentamiento memorable de un pueblo que reclamó su libertad ante la escuadra española.
Un día como hoy pero de 1811 se libró el primer combate naval de la historia de nuestro país. El Combate de San Nicolás es una historia de coraje, honor y de lucha incansable por la libertad, tratándose de un enfrentamiento naval librado en el río Paraná entre fuerzas fluviales españolas del Apostadero de Montevideo y la primera escuadra creada por la Junta de Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Cuando se produjo la Revolución de Mayo en 1810, los marinos, en su gran mayoría españoles y realistas, se establecieron libremente en Montevideo con sus naves de guerra para dominar las aguas. En consecuencia, las primeras escuadrillas argentinas tuvieron que enfrentarse a esta superioridad con base en Montevideo.
Fue una acción naval que culminó con la destrucción de la escuadra que representaba a la Junta Grande y con la posibilidad de aliviar el aislamiento logístico y táctico del Ejército que realizó la expedición al Paraguay. Cinco días después, la Junta ordenó al Ejército dar por terminada la campaña y abandonar la provincia del Paraguay rumbo a la Banda Oriental.
Combate naval
La apatía de los criollos por las cuestiones del mar hacía extremadamente difícil la organización de una escuadra que se opusiera al foco realista de Montevideo o brindara el apoyo necesario a las expediciones, como la del General Manuel Belgrano al Paraguay.
La primera escuadrilla, nacida gracias a la iniciativa del diputado por Salta y veterano de Trafalgar, Francisco de Gurruchaga, contó en su formación con la colaboración de una mayoría de marinos de origen francés. A fines de 1810 la Junta de Gobierno entregó al Teniente Coronel de origen maltés Juan Bautista Azopardo el mando de la primera Armada Nacional cuya misión sería proteger el avance de la expedición comandada por Manuel Belgrano.
Tres barcos constituyeron la Primera Escuadrilla: la goleta «Invencible» de 12 cañones y 66 hombres, comandada por Azopardo; el bergantín «25 de mayo» de 18 cañones y 108 hombres al mando de Hipólito Bouchard; y la balandra «Americana» compuesta por 3 cañones y 26 hombres al mando de Angel Hubac. Estos buques pequeños fueron equipados con la escasa y anacrónica artillería con que se contaba en ese momento; un total de 200 hombres de la más diversa procedencia y 33 cañones para hacer frente a la Armada Española.
El 10 de febrero de 1811 se puso en marcha la expedición río arriba por el Paraná, cumpliendo con la orden de abatir a todo buque procedente de Montevideo. La escuadrilla llegó hasta la altura de San Nicolás de los Arroyos donde fondeó; a los pocos días siete naves españolas habían entrado al Paraná en su persecución y al no encontrar vientos favorables para ir más allá de San Nicolás, se resolvió defenderse en ese puerto, armando una batería en tierra.
Los realistas, en tanto, habían seguido los movimientos de la escuadrilla mediante un eficaz servicio de espionaje, además contaban con naves de guerra superiores a las de su rival. Estas fueron los bergantines «Belén» de 14 cañones y «Cisne» de 12 cañones, y los faluchos «Fama» y «San Martín» de un cañón cada uno, acompañado y comandado por marinos de carrera adiestrados en el mar y tripulaciones veteranas y experimentadas.
En la mañana del 2 de marzo, los tres barcos se enfrentaron en proximidades del pueblo de San Nicolás de Arroyos con la mejor escuadra española comandada por Jacinto de Romarate, quien tras un combate desigual logró desbaratar el empeño de los nacionalistas.
La escuadra realista salió de Montevideo y enfiló el Paraná al encuentro de las naves patriotas. En su derrota consiguieron zafar de la varadura que los envistió y se retiraron, pero horas más tarde volvieron decididamente al ataque; ametrallaron a la “Invencible” e intentaron abordar al “25 de mayo” cuya inexperta tripulación, presa de pánico, se desbandó. Por su parte, la tripulación de la “Americana” con un rumbo en la proa y la bodega anegada, había abandonado el buque, de modo que solo resistía la “Invencible” contra todos los buques realistas, aún después de ser abordada.
Al ver la batalla perdida, Azopardo intentó volar la santabárbara, pero lo disuadieron los heridos que había a bordo y resolvió entregarse con un total de 60 combatientes patriotas que se encontraban en cubierta de la nave, entre muertos y heridos. Los tripulantes y parte de los oficiales fueron tomados prisioneros y llevados a Montevideo junto con los buques, en tanto Juan Bautista Azopardo debió permanecer en prisión hasta 1820 en España. Debido a una insurrección que estalló en la península ibérica, consiguió ser liberado y regresó a Buenos Aires, donde el Gobierno lo reincorporó al servicio con el grado de Teniente Coronel de Marina.
Azopardo murió en 1848 y sus restos descansan en San Nicolás de los Arroyos, en un monumento ubicado en calle Pellegrini y la Barranca. El sitio está indicado con una columna erigida en su memoria para homenajear la Batalla Naval de San Nicolás, tiene 26 metros de altura y está revestida en mármol; y sobre sus laterales norte y sur están plasmados textos en bajo relieve que exaltan las acciones navales allí ocurridas.
Este combate significó el bautismo de fuego de la incipiente Marina de Guerra de nuestro país. La derrota no dejó dudas en cuanto a su contundencia; tampoco respecto de la necesidad de dominar las aguas para tener oportunidad en la causa emancipadora. Además, el Combate Naval de San Nicolás dejó el sentimiento que caracteriza a la Argentina en las luchas por la libertad: es mejor perder la vida antes que no luchar.