Científicos de la CNEA y el Instituto Roffo fueron reconocidos por el Senado de la Nación
La honorable Cámara declaró de interés la investigación con microesferas de vidrio para tratar tumores hepáticos que se realiza en los Centros Atómicos Bariloche y Ezeiza, junto con el Instituto de Oncología Ángel H. Roffo.
Científicos de los Centros Atómicos Bariloche y Ezeiza de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y del Centro Oncológico de Medicina Nuclear del Instituto Angel H. Roffo (UBA-CNEA), fueron reconocidos por el honorable Senado de la Nación por sus investigaciones para desarrollar una terapia con microesferas de vidrio para tratar tumores de hígado.
Este tratamiento –que aún está en fase de investigación– está actualmente indicado en algunos casos de hepatocarcinoma (por ejemplo, tumores localizados en el hígado que por su estado avanzado ya no pueden ser operados) y en ciertas metástasis localizadas en el hígado (metástasis de cáncer de colon). Actualmente, se están evaluando además nuevas indicaciones, como las metástasis de tumores neuroendócrinos y de cáncer de mama, entre otras.
Pequeñas pero poderosas
Las microesferas de vidrio desarrolladas por los científicos argentinos miden entre 0,025 y 0,05 milímetros, y están “cargadas” con un material radiactivo que tiene un alcance limitado a 11mm. Para actuar en el sitio de interés, las microesferas son dirigidas a través de una microcánula (catéter) que avanza por los vasos sanguíneos hasta llegar a la arteria que nutre al tumor. Una vez allí, son liberadas y, debido a su pequeño tamaño, quedan atrapadas dentro del tumor. Su radiación destruye el tejido maligno durante 20 días, en un radio no mayor a 11 mm, preservando los tejidos sanos circundantes.
El doctor Miguel Prado, investigador del Departamento Materiales Nucleares de la CNEA, explica que “estas microesferas están elaboradas íntegramente en el Centro Atómico Bariloche. Primero preparamos un vidrio a 1600 grados centígrados que contiene en su composición un elemento llamado itrio 89 (89Y). Luego obtenemos un granulado muy fino que al pasar por una llama forma las microesferas que necesitamos. Estas microesferas fueron ampliamente caracterizadas en nuestros laboratorios”.
Durante los últimos años, los investigadores de la CNEA han trabajado en la creación, producción y caracterización de las microesferas en el laboratorio y actualmente, se encuentran en la etapa de prueba de las microesferas no radiactivas. “Entre otras pruebas, se mide su tamaño y se comprueba que cuando se colocan en plasma sanguíneo su disolución es prácticamente nula lo que asegura que no liberará el itrio al torrente sanguíneo”, aclara el doctor Prado.
Pero para poder utilizar las microesferas en el tratamiento de los tumores hepáticos, previamente se deben colocar dentro de un reactor nuclear de investigación, donde el itrio 89 (89Y) absorbe un neutrón y se convierte en itrio 90 (90Y), con lo cual estas pequeñas esferas se vuelven radiactivas.
“Durante 21 días las microesferas se mantendrán radiactivas hasta agotarse”, detalla el doctor Prado. Aclara, además, que una vez que la dosis radiactiva ha sido entregada, las microesferas de vidrio permanecen dentro del organismo encapsuladas en el hígado por un tejido cicatrizal que no tiene consecuencias para el paciente.
Trabajo en equipo
Este proyecto –que comenzó en el año 2005– actualmente se nutre de la participación de investigadores del Centro Atómico Bariloche, donde se producen las microesferas; del Centro Atómico Ezeiza, donde se comenzaron los trabajos de activación; y del Centro Oncológico de Medicina Nuclear (COMNIR) del Instituto Angel H. Roffo.
En el COMNIR las investigaciones apuntan a demostrar que las microesferas fabricadas en nuestro país pueden ser útiles en humanos. Es decir, se estudia la biocompatibilidad, la factibilidad de su inyección a través de un catéter y se observan los efectos en células tumorales y en animales de laboratorio portadores de tumores. En esta última etapa también participan investigadores de la Facultad de Farmacia de la UBA.
Tras superar esta fase de pruebas, se solicitará autorización por parte de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) y de la Autoridad Regulatoria Nuclear para el uso de las microesferas en pacientes.
Desarrollo nacional, valor agregado
Hasta ahora las microesferas para uso terapéutico son producidas sólo en Australia y Canadá, y su costo es muy elevado. Poder fabricarlas en nuestro país generaría independencia de un suministro que a futuro podría ser muy demandado por la Medicina Nuclear y a un bajo costo (comprarlas en el exterior podría valer aproximadamente quince mil dólares la dosis). A largo plazo, Argentina también podría apostar a fabricarlas para exportación, generando importantes ingresos para el país gracias a una tecnología de alto valor agregado.