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César Tiempo: de marginal de la literatura a la reivindicación intelectual

Escritor y periodista, participó del debate público intelectual de buena parte del siglo XX en la Argentina. El judaísmo y el peronismo, además de haber sido dos ejes muy presentes en su vida y en sus obras, fueron también motivos de tensiones y críticas. Hoy, a 43 años de su fallecimiento, y para recordar y homenajear al autor, conversamos con la especialista Solana Schvartzman, compiladora del libro Querido Zeitlin. Correspondencia (1930-1976), editado este año por Eudeba, donde se reúne una selección de las siete mil cartas de Tiempo y, con ellas, las confidencias, ideales y anhelos de toda una generación.

Seudónimo de Israel Zeitlin, César Tiempo no había cumplido un año de edad cuando llegó a la Ciudad de Buenos Aires. Había nacido en Ucrania, el 3 de marzo de 1906 y, en 1924, ya tenía la ciudadanía argentina. Su vida estuvo marcada por la escritura y los libros. Se convirtió en escritor y periodista, y asumió un rol protagónico en los debates de la época, tal vez el más recordado sea el que lo enfrentó con el escritor y político antisemita Hugo Wast, quien fue director de la Biblioteca Nacional durante la dictadura militar de José Félix Uriburu, hasta su renuncia en 1955.

A lo largo de su producción literaria, el escritor demostró una versatilidad que abarca distintos géneros. Al respecto, el historiador Raanan Rein comentó: "De su padre recibió una educación pluralista que buscaba conciliar un apego a su tradición judía con el deseo de integrarse en la nueva sociedad de acogida. Desde los 18 años frecuentó reuniones literarias y escribió sus primeros poemas. Dos años después, empezó a publicar sobre cuestiones judías en La Nación. Es impresionante la inmensidad de los escritos de Tiempo y su labor creativa que incluía centenares de poemas, siete volúmenes de reportajes reales o imaginarios, una decena de obras teatrales, medio centenar de guiones cinematográficos, así como muchísimas notas dispersas por los diarios del mundo".

La carrera literaria de César Tiempo empezó aquel 1924, ya con ciudadanía argentina en mano, cuando fundó su propia revista, Sancho Panza, pero solo aparecieron dos números. Fue dos años después que logró establecerse en el mapa literario de la época con la publicación de su libro de poemas Versos de una…, pero lo había editado con el seudónimo Clara Beter. No solo fue el invento de un nombre femenino, sino también tenía nacionalidad y profesión: rusa y prostituta. El éxito que había alcanzado con este poemario inició una búsqueda por parte de distintas personalidades para conocer a la autora. Al poco tiempo, se supo la verdad. Y luego, llegaron otros títulos con su nuevo seudónimo, César Tiempo: Libro para la pausa del sábado, que obtuvo en 1930 el Primer Premio Municipal de Poesía; Sabatión argentino (1933); Sábadodomingo (1938) y Sábado pleno (1955). También llegaron sus textos en prosa: La campaña antisemita y el director de la Biblioteca Nacional (1935); Moravia, Vivian Wilde y Compañía (1953); Evocación de Quiroga (1970); Clara Beter y otras fatamorganas (1974); El último romance de Gardel (1975), entre otros títulos.

Tiempo integró el Grupo de Boedo: aquel que reunía a escritores de vanguardia durante los años veinte en el país (junto con Leónidas Barletta, Raúl González Tuñon, Roberto Arlt, entre otros), en oposición a algunas de las ideas del Grupo Florida (del que participaban Borges, las hermanas Ocampo, sobre todo intelectuales de la revista Sur). Sin embargo, sobre esta afinidad intelectual, Rein aclaró: "Desde un principio, Tiempo colaboró tanto con los escritores de Boedo como con los de Florida, manifestando una clara preferencia por los boedenses. Este grupo, al que se ha concedido como mayor virtud el “haber desordenado de un modo iconoclasta pero no anárquico aquellos estantes bien arreglados por ciertos individuos que dominaban la escena cultural local”, manifestaba claramente una sensibilidad mayor hacia los sufrimientos de las clases populares. Su compromiso social lo fue acercando cada vez más a 'los de abajo', un acercamiento que años después lo conduciría a colaborar con el peronismo".

En el ámbito periodístico, Tiempo colaboró en numerosas publicaciones, pero fue en el suplemento literario del diario La Prensa, durante el peronismo, cuando desarrolló una actividad más intensa, pero no sin tensiones. El propio autor, en una conversación con Osvaldo Soriano que se publicó en el diario La Opinión, expresó:

En 1952 empecé a dirigir el suplemento de La Prensa que había sido absorbida por la CGT. Allí estuve hasta 1955. Me aguanté el resentimiento y el odio de todas las fuerzas liberales, pero me di el gusto de hacer un buen suplemento. No me obligaron a afiliarme, llevé como diagramador a un comunista. Publiqué a Quasimodo, a Neruda, a Gabriela Mistral, a Amaro Villanueva, que era candidato a gobernador de Entre Ríos por el Partido Comunista. Un día me llamó Osinde, que era jefe de Coordinación Federal, para decirme que yo había convertido a La Prensa en un órgano comunista. Le contesté que era lo convenido con el general Perón, que él quería una apertura hacia todas las corrientes ideológicas y qué sé yo. Era mentira, claro. En 1953 Perón fue a Chile y yo viajé con él por La Prensa. Fui a verlo a Neruda (y) y éste me pidió que le consiguiera una entrevista con Perón. Se encontraron y a raíz de eso Neruda me dio los poemas de las Odas elementales para publicar. Los poemas levantaron una polvareda bárbara. Me acuerdo que una vez me hicieron parar las máquinas a las tres de la mañana por un poema de Neruda. Vino el presidente del directorio en persona. Yo le dije que era orden del general y santo remedio. En aquel tiempo, en el peronismo estaba en onda un término para rechazar a la gente que no interesaba, “no corre”, atribuido caprichosamente al general. A mí me parecía que era puro grupo, así que empecé a usar lo contrario, “corre por orden del general”, y todo iba bien. A nadie se le ocurría preguntárselo. En esa época llegó mucha gente, obreros, sindicalistas, que traían poemas apologéticos a Perón para que se publicaran, pero nunca los dejé correr.

A los 74, murió en Buenos Aires, el 24 de octubre de 1980. Este años, cuando se cumplen 43 de su fallecimiento, la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM) homenajeó al escritor argentino con la presentación del libro Querido Zeitlin. Correspondencia (1930-1976), compilado por la especialista Solana Schvartzman y editado por Eudeba. Y es que el Archivo de la Biblioteca Nacional posee más de siete mil cartas de César Tiempo, quien tenía la costumbre de guardar cada correspondencia que le llegaba, dentro del libro que estaba leyendo en ese momento. Una selección de estas misivas fue editada en este libro, a partir de una investigación de la BNMM. El volumen incluye cartas con Elías Castelnuovo, Gabriela Mistral, Juan Carlos Onetti, Raúl González Tuñón, Alberto Gerchunoff y Paloma Efrón, entre muchos otros.

A continuación, conversamos con la compiladora de Querido Zeitlin. Correspondencia (1930-1976), Solana Schvartzman, quien nos cuenta más sobre esta personalidad literaria del siglo XX argentino:

-¿Qué contenido nos ofrecen las cartas publicadas en "Querido Zeitlin. Correspondencia (1930-1976)"? ¿Representan/reconstruyen distintas facetas de César Tiempo?

-Querido Zetlin reúne una selección de cartas escritas, recibidas y guardadas por César Tiempo que se encuentran en el Archivo de la Biblioteca Nacional de Argentina. La selección incluye ciento cincuenta cartas, de las cuales treinta fueron escritas por Tiempo y ciento veinte por distintos autores nacionales e internacionales. Las cartas reconstruyen el universo del autor, pero también las problemáticas propias del campo cultural y las redes intelectuales de su época, acercándonos a los sueños y preocupaciones de todo un grupo de escritores, especialmente en la década del treinta y cuarenta en Argentina, aunque también en el exterior. César Tiempo fue escritor, editor, dramaturgo y periodista. Más conocido por los seudónimos con los que firmaba sus libros que por su verdadero nombre, Israel Zeitlin. Esta multiplicidad de facetas que lo caracteriza, se observa también en la variedad de vínculos que aparece en su correspondencia: escritores de la comunidad judía, del nacionalismo católico, escritores de izquierda, radicales, peronistas y socialistas, intelectuales, figuras del mundo del teatro, del periodismo y la política. El libro incluye cartas con Elías Castelnuovo, Gabriela Mistral, Juan Carlos Onetti, Raúl y Enrique González Tuñón, Ramón J. Sender, Alberto Gerchunoff, Paloma Efrón, por nombrar sólo algunos.

-¿Cuáles cree que fueron las inquietudes y obsesiones que tuvo como autor?

-A lo largo de sus cartas puede verse la búsqueda de César Tiempo por incluir escritores de diverso signo político en los suplementos que dirigió, y su empeño para que los escritores cobren sus colaboraciones en diarios y revistas, su trabajo en torno a la profesionalización del escritor. A su vez, los diálogos y discusiones de estas epístolas dan cuenta de la posición de Tiempo en contra de los avances del antisemitismo en Argentina y su lucha en contra de los ataques a la libertad de expresión que se suscitaban en el país. Tiempo funcionaba en muchos casos como un escritor puente entre figuras nacionales y extranjeras. En este sentido las cartas muestran la confianza y empeño del autor porque “todos los batalladores” desde distintos puntos geográficos se encuentren unidos y conectados “porque serán los esfuerzos colectivos los que combatirán al fascismo”.

-¿Qué lugar tuvo en su escritura la cuestión judía? ¿Estuvo condicionado por el antisemitismo en la Argentina del siglo XX?

-César Tiempo nace en Ucrania en 1906 y llega a la Argentina con apenas nueve meses de edad para instalarse junto a su familia en la Ciudad de Buenos Aires. Tiempo presenta en su literatura, como señala Rafael Cansinos Assens, continuamente la presencia de “temas judaicos recamados sobre un fondo de paisaje argentino”. En 1935 Tiempo publica La Campaña antisemita y el Director de la Biblioteca Nacional, en donde denuncia el antisemitismo de las novelas El Kahal y Oro escritas por Hugo Wast, seudónimo de Gustavo Martínez Zuviría, entonces director de la Biblioteca Nacional, y uno de los escritores más populares entre los veinte y los cuarenta. En las novelas de Zuviría se narra, siguiendo la trama de los Protocolos de los sabios de Sión, el supuesto plan de los judíos para lograr la dominación del mundo.
La campaña antisemita se publica primero en entregas semanales en el periódico Mundo Israelita, y después como libro, editado por la Delegación de Asociaciones Israelitas de la Argentina (DAIA). La primera edición de veinte mil ejemplares se agota en una semana.

La “judeidad” de Tiempo, sin embargo, no recae en una relación lineal con el mundo institucional judío. Su obra de teatro Pan criollo (1937), bien recibida por la mayoría de los críticos contemporáneos, en cambio, fue fuertemente criticada por parte de la comunidad judía. Tales críticas se debían a las bromas y caricaturas en relación con características y hábitos judíos, por lo que llegaron a considerarla una afrenta contra la comunidad. Esta obra fue a su vez galardonada con el Premio Nacional de Teatro, entregado entonces por una Comisión Nacional de Cultura presidida por el senador Matías Sánchez Sorondo, político conservador, defensor del nacionalismo católico y de manifiestas ideas fascistas. Años después, en la década del cincuenta, a raíz de su desempeño en La Prensa, durante el peronismo, Tiempo volverá a ser criticado desde la comunidad judía por llevar adelante esta tarea. Y en paralelo, al interior del diario, tendrá que defenderse por la acusación de “incluir demasiados escritores de origen judío en el suplemento”.

-Otra cuestión que aparece a lo largo de la obra de Tiempo es su acercamiento al Peronismo. ¿Representó un dilema ser intelectual crítico y, a la vez, tener un marcado compromiso político?

-Entre 1952 y 1955 César Tiempo es designado director del suplemento cultural del diario La Prensa, entonces administrado por la Confederación General del Trabajo (CGT) durante el gobierno peronista. Al leer las cartas de Tiempo durante estos años se percibe de qué manera esta tarea resulta un punto de inflexión en el recorrido cultural del escritor. Su trabajo a cargo del suplemento no representó un dilema, sino un problema, especialmente por las dificultades que este trabajo le traerá aparejadas en años posteriores. En las cartas de este período se advierte el esfuerzo de Tiempo por realizar un suplemento cultural que valore a cada uno de sus colaboradores así como su empeño por abrir las puertas del diario a escritores de diverso signo ideológico. Más allá de sus cercanías con el peronismo, Tiempo señala en sus cartas numerosas veces que nunca fue afiliado al partido y explica que las razones por las cuales fue convocado en esta tarea y por las cuales él aceptó esta propuesta no fueron políticas ni estuvieron relacionadas con ningún tipo de afiliación.

Después de 1955, a Tiempo se le cierran muchas puertas en distintas instituciones culturales, en periódicos, editoriales, en el teatro y en el cine. Las dificultades para desenvolverse en el país llevan a Tiempo a irse a Bélgica entre 1961 y 1966. Recordará en años posteriores: “Después del golpe de la libertadora, se habían hecho listas en las que figuraban todos aquellos que alguna vez habían colaborado en el suplemento de La Prensa, a quienes estaba prohibido publicar; lógicamente yo era uno de los que encabezaba la lista y me lo hicieron sentir".

-¿Como autor piensa que cayó un poco en el olvido o continúa teniendo cierta vigencia? Y si la tiene, ¿qué puede decirnos actualmente su obra? 

-El olvido parece acompañar a César Tiempo a lo largo de su recorrido literario. Pero se trata de un olvido al que el autor supo darle pelea, una marginalidad que incluso Tiempo logró en cierto modo reivindicar.
Durante los años en que Tiempo se encuentra a cargo del suplemento cultural del diario La Prensa, durante el peronismo, como con posterioridad, el autor resulta marginado tanto dentro del mundo institucional judío como dentro de la comunidad intelectual. Consciente del rechazo que sus libros reciben en uno y otro ambiente, Tiempo, en una carta a su amigo Máximo Yagupsky, se llama “paria de la literatura” y señalando lo poco que se habla de sus libros en revistas literarias contemporáneas. En espacios comunitarios como Macabi o Hebraica se dirá parte de la “cultura del galut” ("exilio" en hebreo). Esta marginalidad se intensificará en los años posteriores, lo que lo llevará a partir de la Argentina, por las dificultades de trabajar en el país. En 1973 será designado Director del Teatro Nacional Cervantes por el tercer gobierno peronista. Sin embargo, esto será hasta 1976, cuando la dictadura lo destituye del cargo. Será entonces, curiosamente, el padre nacionalista Leonardo Castellani, amigo de Gustavo Martínez Zuviría en la década del treinta, quien hará hincapié en que una figura como Tiempo no tenía el reconocimiento que merece. Las cartas de César Tiempo, primero guardadas entre las páginas de sus libros, luego estacionadas en un depósito y, finalmente, en el Archivo de la Biblioteca Nacional, traen de nuevo este autor. Si César Tiempo, “paria de la literatura”, como se describe él, no ha tenido el reconocimiento merecido, sus epístolas lo traen de nuevo. Y con él, los debates, las confesiones y los sueños de toda una generación.

De la presentación del libro "Querido Zeitlin. Correspondencia (1930-1976)", estuvieron presentes los autores Guillermo Korn, Guillermo David, Raanan Rein y Solana Schvartzman, con la coordinación de Sylvia Saítta. Además, hubo un homenaje musical a cargo de Sergio Tiempo, nieto del autor.

-Para quienes todavía no lo leyeron, ¿por dónde empezar y qué tener en cuenta?

-Propongo dos puertas de entrada: Por un lado, Versos de una…, el libro con el que César Tiempo se hizo conocido y que escribió en 1927 bajo el seudónimo de Clara Beter, como si fuera una poeta y prostituta rusa. Tiempo le asignó a la tal Clara Beter un domicilio legal en una pensión en la calle Estanislao Zeballos, en Rosario. Beter causó enorme revuelo entre todo un grupo de escritores (Elías Castelnuovo, Abel Rodríguez, Roberto Arlt, por nombrar sólo algunos) que a partir de allí se empeñaron en “conocer al fenómeno”. El libro se editó por la editorial Claridad y, poco después, los escritores descubrieron que detrás de esta creación estaba César Tiempo, “lamentamos que la prostituta haya resultado, al fin, un prostituto”, dijo Castelnuovo tras descubrir el engaño.

La otra puerta de entrada: las cartas del autor con sus amigos, colegas y también con sus adversarios. Estas cartas permiten apreciar el carácter humorístico de la literatura de Tiempo, pero también su espíritu más combativo y comprometido. Las epístolas que integran Querido Zeitlin, editado por Eudeba, iluminan el universo de César Tiempo, así como las búsquedas, debates y confesiones de toda una generación de escritores.

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