Avanza la puesta en valor del Parque Arqueológico "La Tunita"
Ubicado en Ancasti, provincia de Catamarca, resguarda el arte rupestre plasmado en una variedad de imágenes de felinos, seres híbridos y antropozoomorfos.
La puesta en valor fue llevada a cabo por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación; el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (COFECyT); la Fundación Azara; los siguientes organismos de la provincia de Catamarca: Ministerio de Educación, Secretaría de Ciencia y Tecnología, Secretaría de Cultura, Dirección de Antropología; el Municipio de Ancasti; la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca; y la Universidad Maimónides.
Los trabajos de puesta en valor consistieron, entre otras acciones, en la construcción de un pequeño refugio y sala de interpretación, el trazado de los senderos, la colocación de cartelería interpretativa, la contratación de un guardaparque, el refuerzo y terminación del alambrado perimetral.
El Parque Arqueológico “La Tunita” se creó en el año 2007 para proteger el arte rupestre y el bosque circundante de 2.000 hectáreas. El nombre “La Tunita” hace referencia a un antiguo puesto. Su puestero, Serafín Soto, llevó al arqueólogo Nicolás de la Fuente a conocer las pinturas rupestres en 1969. Impresionado por su valor, regresó muchas veces acompañado por Carlos y Lito Silva, otros vecinos del paraje que hizo conocido como “La Tunita”.
Actualmente las investigaciones en el parque son llevadas a cabo por el equipo que dirige el arqueólogo Domingo Carlos Nazar de la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca y la Dirección de Antropología provincial.
“La Tunita” se trata de un conjunto de aleros que resguardan pinturas rupestres, rodeado por un bosque de cebil. Las pinturas -de iconografía mayormente perteneciente a La Aguada- despliegan una variedad de imágenes donde pueden apreciarse felinos, seres híbridos y antropozoomorfos, alcanzando su máxima expresión en el alero bautizado como “La Sixtina”.
Dos de los principales aleros con pinturas rupestres son:
“La Sixtina”: que exhibe las pictografías más famosas del Ancasti. Son grandes y dinámicas, con personajes portando cuchillones, cabezas-trofeo y propulsores. Se ve sangre, como símbolo importante y que fluye de la espalda de quien sería un chamán que danza con una flecha clavada. Su comprobado repintado podría aludir a la reedición de su muerte simbólica durante los rituales. Los arqueólogos han comprobado que estos motivos fueron pintados en forma sucesiva: sumaron unos después de otros en el tiempo hasta completar el “cuadro” que vemos hoy.
“El Hornero”: que presenta un recinto anterior con buena iluminación y otro posterior a media luz. En el primero están los motivos atribuidos a “La Aguada” y en el otro las pictografías zoomorfas y geométricas en color blanco, que serían de tiempos más recientes.
Las investigaciones sugieren que las pinturas eran preparadas con yeso, cal, savia de cactus y pigmentos. Posiblemente, también con polvo de hueso, sangre y cebil.