"Alfredo luchó por sus ideales, que eran los ideales de la igualdad y de la justicia social. Él amaba a la ciencia porque creía que el país necesitaba de la ciencia y de la tecnología para crecer"
Así describe Susana Liberman, doctora en química, especializada en polímeros, a su esposo Alfredo Giorgi, trabajador del INTI detenido y desaparecido el 27 de noviembre de 1978. Ella es la protagonista de una nueva entrevista del ciclo Relatos desde la Memoria, una producción que tiene como fin recuperar la voz de familiares, trabajadores y compañeros que formaron parte del Instituto durante aquellos años.
“Entré en la universidad 1969. Fueron años muy agitados, había mucha actividad de las agrupaciones políticas y en Exactas se dio una situación muy interesante porque el Centro de Estudiantes y la Asociación de Docentes tuvieron mucha interacción”. Recuerda Susana e indica que por aquellos años la facultad tenía un interventor, Raúl Zardini, que simpatizaba con el nazismo y gracias a la unidad de las agrupaciones estudiantiles, docentes y no docentes pudieron lograr su revocación. “En medio de todo eso, Alfredo se recibió en el 72, dos años antes de conocernos, y ahí estaba él trabajando con los docentes y militando. Ya había participado cuando fue, en el golpe de Onganía, la noche de los bastones largos. Siempre tuvo esa vocación para luchar por los derechos en los ambientes en los que estaba. Especialmente en la universidad”.
Susana y Alfredo se conocieron en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Ella era estudiante de Química y estaba cursando la materia de Fisicoquímica 1, en la cual Alfredo era ayudante de primera "Alfredo era simpático, muy cautivante, siempre activo, solidario y muy de familia".
Con el tiempo Susana y Alfredo formaron pareja y tuvieron a su primer hijo, Pablo. Giorgi comenzó a trabajar en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, en el centro de Plásticos, en 1974, mientras terminaba su doctorado en La Plata. “En esos años conseguí una beca de la provincia de Buenos Aires para hacer un doctorado en La Plata y, entonces, decidimos mudarnos para allá. Compramos una casa que prácticamente la pintó él. Decía: tenemos que alegrarla y entonces iba a comprar rosas y las plantaba. Él se dedicaba. Decía vamos a hacer esto y se hacía. Y así era con todo. En sus actividades del día a día, con sus ideas hasta el final. Siempre así”.
Si bien Susana estaba al tanto de la militancia en Montoneros de Alfredo, luego del golpe cívico militar del 76, cuando comenzaron a desaparecer compañeros y compañeras de la universidad, su preocupación fue en aumento “Sé que él militó en la universidad porque inclusive comenzaron a desaparecer personas de la facultad o de la Comisión Nacional de Energía Atómica, que habían sido compañeros de él en la universidad, como Antonio Misetich, uno de los primeros secuestrados que nos enteramos”, relata Susana y detalla que ella tenía ganas de irse del país, pero Alfredo por sus convicciones decidió que lo mejor era quedarse.
Aquel 27 de noviembre de 1978, cuando Alfredo Giorgi fue secuestrado, Susana estaba embarazada de 8 meses. Él se encontraba trabajando en el centro de Plásticos del Instituto y fue llamado, junto a su jefe el ingeniero Malamud, para que se presentaran en la oficina del jefe de personal José Luis Pascualini. Allí fue detenido de manera planificada, en un operativo ilegal integrado por agentes de la Policía Federal y del Primer Cuerpo del Ejército.
“Durante varios días previos a su detención (Eduardo) Cruz, haciéndose pasar por el oficial de la Policia Federal Kramer, trabó contacto con los directivos del INTI para averiguar qué días iba a trabajar Giogi, en que horario, cuál era su ubicación en la plata e incluso se solicitó el legajo de Giorgi para analizarlo con minuciosidad. El día que se realizó el operativo, las autoridades del INTI estaban al tanto de lo que iba a suceder y las personas de vigilancia fueron avisadas de que un oficial de apellido Kramer se iba a presentar y había que franquear el paso sin registrar su entrada. De allí, Giorgi fue llevado a El Olimpo”. Revista Siete Días (1984).
Ese día Susana fue a buscar a Alfredo, junto a su pequeño hijo Pablo, porque tenía un control prenatal. Allí, en la puerta del INTI, la esperaba su hermano Rodolfo Liberman del centro de Textiles para informarle que Alfredo había sido secuestrado. Al momento de su detención el doctor Giorgi tenía 33 años.
El caso Giorgi
La denuncia y la investigación encabezada por los familiares de Alfredo Giogi tomó una gran magnitud al punto que fue uno de los casos que llevó a juicio a toda la Junta Militar responsable del golpe de Estado. Su padre, Osvaldo Giorgi, llevó adelante la causa que contó, por primera vez, con el apoyo de un amplio abanico de agrupaciones políticas. Osvaldo, ya con una salud muy debilitada, luchó durante 8 años hasta su muerte por recuperar a su hijo y saber qué había pasado con él.
Algunos de los militares y civiles implicados en el “Caso Giorgi"
Segun la revista Siete Días (1984) por el "Caso Giorgi", como lo nombró la prensa de época, fueron impliacados el general Roberto Viola; el general Guillermo Suarez Manson; el capitán de navío Carlos Alcidez Rodriguez; el general Jorge Rafael Videla; el General Leopoldo Bignone; el General Benito Reynaldo Bignone; el general Albano Harguindeguy; el general Ramón Camps; el general Ramón Ojeda y el general Santiago Riveros. También el brigadier Eduardo Omar Graffigna, el brigadier Orlando Ramón Agosti; el almirante Emilio Eduardo Massera; el almirante Armando Lambruschini; el coronel Roberto Roualdes; el coronel Enrique Rospide; el coronel Federico Minicucci; el coronel Ernesto Trotz; el coronel Alberto Valín; el coronel Enrique Carlos Ferro; teniente coronel Mohamed Seineldin; Eduardo Angel Cruz (alias Kramer) y José Luis Pascualini jefe de personal del INTI.
De todo el proceso judicial quedó un registro bibliográfico, el libro “Caso Giorgi. A los hijos de un detenido desaparecido" de Alicia Giorgi, hermana de Alfredo.
Foto: Fedérico Serrano