Actualizan la carta de suelos del departamento Belgrano
Un equipo de investigación del INTA Quimilí trabajó en la actualización de la información sobre el tipo y la distribución de los suelos del sector norte del departamento Belgrano. Se trata de una herramienta que permitirá definir la productividad y la capacidad de uso de las tierras con las que se podrá identificar las zonas más aptas para cada actividad y, al mismo tiempo, preservar los ambientes vulnerables y menos resilientes.
Con el objetivo de estudiar el tipo y la distribución de los suelos del sector norte del departamento Belgrano -Santiago del Estero-, un equipo de investigación del INTA trabajó en la actualización de esa información para definir su aptitud productiva, como base para establecer pautas de manejo sustentables.
“Según antecedentes citados en esta carta de suelos, el norte del departamento Belgrano integra uno de los núcleos productivos de mayor historia agropecuaria, donde el proceso de expansión agrícola ha relegado la superficie con relictos boscosos a menos de un 10 % del territorio”, expresó Laura Mas, especialista en suelos del INTA.
“Hasta ahora, este sector de la provincia contaba con mapas de suelos a escala de reconocimiento (1:650.000 y 1:250.000), con información general y de tipo esquemática, insuficiente para el ordenamiento territorial y la toma de decisiones a nivel de establecimiento rural”, señaló Mas.
El área de estudio abarca una superficie aproximada de 85.000 hectáreas, comprendida entre los paralelos 28° 51’ 48,3’’ y 29° 07’ 55,5’’ S, y los meridianos 61° 51’ 23,3’’ y 62° 19’ 21,9’’ W. “El proyecto implicó el estudio de la relación paisaje-suelo en base al enfoque geopedológico y comprendió las etapas de gabinete (recopilación y análisis de antecedentes y elaboración del mapa geomorfológico) y relevamiento de suelos a campo”, aseguró Mas y agregó: “En total se realizaron 121 pozos de observación en 8 campañas y 10 calicatas utilizadas como perfiles modales tentativos”.
La evaluación de tierras se elaboró mediante dos metodologías: capacidad de uso (CU) e índice de productividad (IP), en donde se aplicaron las mismas fórmulas para la región Chaco Pampeana Norte (II), subregión “C” y región Central Norte (IV).
De esta manera, se definieron siete unidades geomorfológicas: planicie suavemente ondulada, planicie deprimida, planicie deprimida anegable, cubetas interconectadas, cubeta bien manifiesta, vía de escurrimiento y depresión anegable.
Los suelos reconocidos pertenecen al Orden Molisol y Alfisol: Haplustoles énticos (Serie Sotoscueva), Haplustoles típicos (Serie Bandera), Argiustoles típicos (Serie El Haras), Argiustoles ácuicos (Serie El Colorado), Argiudoles ácuicos (Serie Margarita), Argialboles argiácuicos (Serie Ruta 42), Natrustoles ácuicos (Serie El Mataco), Natralboles típicos (Serie Fortín Inca) y Endocualfes mólicos (Serie Tacurú). La CU indica que los suelos poseen aptitud agrícola y ganadera, siendo limitadas por condiciones climáticas y edáficas (IIIc, IIIsc, IIIw, IVw, IVws y VIws).
“Los valores para el IP IIC oscilaron entre 11,7 y 69,3 de acuerdo con las características de los suelos y su posición en el paisaje. Los resultados del IP IVA fueron entre 36 y 90”, afirmó Amanda Vizgarra, especialista en suelos del INTA.
De acuerdo con la información generada, “las recomendaciones de manejo son rotación de cultivos, cultivos de servicio, fertilización, subsolado, enmienda con yeso agrícola, implantación de pasturas para suelos salinos y alcalinos, pastoreo rotativo, manejo de pasturas para pastoreo y reservas para la época invernal”, enumeró Vizgarra.