Presidencia de la Nación

ABOGAR: hacia la construcción del conocimiento que necesitamos

El director de la ECAE, Guido Croxatto, presenta este nuevo programa de especialización en abogacía del Estado cuya inscripción comienza el 5 de octubre. “ABOGAR viene a ocupar el espacio que hasta aquí ocupó el PROFAE, elevando la cantidad y calidad de contenidos impartidos, conservando lo que estaba bien pero agregando contenidos que entendemos son decisivos para formar buenos/as abogadas/os y que no estaban contenidos en la estructura anterior”.

Por Guido Leonardo Croxatto

Estimadas/os integrantes del Cuerpo de Abogados/as del Estado:

Nos hemos propuesto como premisa la progresiva jerarquización de la ECAE y de la abogacía pública. En esta línea, hemos desarrollado un nuevo programa de especialización en abogacía del Estado: ABOGAR, programa que fuera recientemente aprobado por el comité 107 de la ECAE. El mismo viene a ocupar el espacio que hasta aquí ocupó el PROFAE. Entendemos que el nuevo programa eleva la cantidad y calidad de contenidos impartidos, conservando lo que estaba bien en el PROFAE, que no es poco, pero agregando contenidos que entendemos son decisivos para formar buenos/as abogadas/os y que no estaban contenidos en la estructura anterior. Tenemos que ampliar nuestro horizonte. Romper el cubo donde a veces nos aprisionan. A veces el Derecho repite, pero no piensa. Savigny estaba en contra de la codificación civil (en Alemania) por eso: porque no quería que todo fuera "repetición". Hay que atreverse a dar ese paso.

Por otro lado, el PROFAE necesitaba algunas ampliaciones para poder cumplir plenamente con la normativa de las carreras y especializaciones de Estado. Entendemos que la ECAE debe predicar con el ejemplo y sus programas deben tener no sólo un alto estándar académico, sino un acuerdo riguroso con la normativa oficial, de la Secretaría de Gestión Pública e INAP, que acredita los programas y seminarios de la ECAE. En este punto, existe un acuerdo entre ambas instituciones: nuestro objetivo de ampliar la cantidad y calidad de contenidos académicos, aspirando siempre a nivelar para arriba, jerarquizando y mejorando entre todos todo lo que podamos, va de la mano de un requisito "formal" que se exige a esta Escuela: que sus programas y especializaciones acuerden rigurosamente con la normativa oficial de carreras de Estado. Son dos objetivos en uno, que se están cumpliendo ahora de forma espontánea y natural. No es algo forzado. No proponemos el ABOGAR sólo para cumplir con la normativa oficial de las carreras de Estado, sino que en la construcción (de fondo) de esta nueva especialización, advertimos que esa ampliación de contenidos era -además de un pedido constante de las y los estudiantes- un requisito "formal" que no estábamos cumpliendo y era prioritario empezar a cumplir. Ahora se cumple. No alcanza sólo con predicar la "institucionalidad" como un mantra, sino que debemos llevarla a la práctica, en cada aspecto, por mínimo que pueda parecer (aunque ningún aspecto es mínimo, menos en abogacía pública).

Esperamos que puedan disfrutar (y aportar sus experiencias de abogadas/os, que también, aunque no estén en un "paper", son conocimiento práctico) de este nuevo programa, que contiene tanto textos clásicos como el aporte que nos brindan nuevas miradas. Se encontrarán con Habermas, Alexy, Forsthoff, Hermann Heller (su visión del estado social de Derecho ha sido determinante en la República de Weimar), Weber (gran iniciador de los estudios sobre la burocracia estatal y moderna), también con Mackinnon, Abramovich, Gargarella (con quien tanto hemos debatido sobre justicia y reforma constitucional), Gustavo Ferreyra, Martha Nussbaum (profesora en Chicago, cuya visión de la poesía para el Derecho -y de la imaginación literaria- ha sido determinante en la mirada de toda una generación de jóvenes juristas), Ferrajoli (clásico constitucionalista italiano para quienes no temen defender, pese a las presiones denodadas en contra, las garantías más básicas, como si en países con tanta pobreza e indigencia el problema fuera el exceso y no la ausencia de garantías), entre muchos otros colegas. Un programa, en suma, orientado a generar abogados y abogadas con una mirada amplia (en serio), rigurosa, capacitada, preparada para enfrentar los enormes desafíos que se avecinan. Que no son pocos.

Las/os abogadas/os deben saber también qué es "parresía", qué es "némesis", porque de ese vocabulario (de la tragedia antigua) emerge -o emergió- el Derecho, que tiene humanamente mucho que ver con la poesía. Pero que parece haberlo olvidado. Por eso Nussbaum recupera a Aristóteles. No se equivocan estos autores que quieren construir un derecho "más humano". Más poético (como pide Pierre Sané). Más real. Cuya palabra "cuente". Hoy muchas veces "la palabra" del Derecho no cuenta. Proclamamos derechos rimbombantes que quedan en el papel. Es una vergüenza. Pero es algo viejo. Ya Sarmiento lo criticaba. También Alberdi. Es lo que ellos le cuestionaron a Rivadavia. Por eso se decía que eran autores "románticos". Alberdi reivindica a Savigny. Y pide tratar al Derecho "con la misma circunspección con que tratamos a la poesía". Compartimos ciento por ciento esta idea de Alberdi. Hay que tratar al Derecho como se trata a la poesía. Con la misma "circunspección". Con el mismo afecto. Con el mismo cuidado. Con la misma pasión sincera. La poesía no miente.

Estos debates, que pueden parecer un poco distantes del derecho administrativo, no lo son tanto. Son parte de debates teóricos que condicionan nuestra mirada y nuestra práctica profesional. Impartir contenidos humanistas en especializaciones de Estado no significa menguar los contenidos específicos y técnicos que requiere el abogado que trabaja en el Estado. Significa enmarcar y brindarle un horizonte. Los contenidos técnicos se mantienen. Se acrecientan incluso.

Nuestro mundo es cada vez más complejo, no necesitan que yo se los recuerde, (deshumanizado, anti poetas, predijo Apollinaire, y su pronóstico de un mundo burocratizado y sin lugar para la poesía se va cumpliendo) y el Estado argentino necesita, para enfrentar y resguardar sus intereses, su soberanía, sus recursos naturales, a su población empobrecida y castigada con el flagelo vergonzoso del hambre, de abogadas y abogados cada día más preparados y dispuestos a ponerse la camiseta argentina. No es un juego. No nos capacitamos para engrosar nuestros curriculums. No nos interesa conseguir ningún oropel académico. Sí creemos que debemos construir entre todos las bases de un desarrollo diferente, y para eso nos capacitamos. Para eso "abogamos". Muchas veces se repite que hay que volver a las "bases" (tanto Alberdi como Scalabrini Ortiz han escrito un texto con ese nombre, les recomiendo ambas lecturas). Las bases simples del Derecho son esas: "abogar" por la "justicia". Por la palabra. Abogar por la soberanía. Por el respeto a nuestros pueblos originarios. Por los derechos aún no reconocidos de las mujeres. De las y los chicos. Construir una sociedad más justa. O un poco menos indiferente. No nos puede dar lo mismo (como personas, y como abogadas) ver que el otro está tirado en la calle. No hay que acostumbrarse a eso. Los derechos humanos son los derechos del otro. Además de muchos abogados, nuestra sociedad necesita que haya un poco de Justicia. No sólo como un poder formal del Estado, sino como un horizonte (poético, la falta de "justicia" y la falta de "poesía" no son dos resultados "separados" o ajenos entre sí, son las dos caras de un derecho y un proceso cada vez más "administrativo"). Como un acuerdo. Como una pauta de conducta. Como un modo de vida. Levinas. Adorno: Paul Celan. Estos nombres son coordenadas. Hay que pensar más el Derecho ("administrativo") que tenemos.

Las y los esperamos en ABOGAR, para seguir construyendo abogacía pública. Para aprender juntos. Nadie tiene el saber que necesitamos y que esta hora compleja demanda. Lo tenemos que construir entre todas y todos. La ECAE quiere ser un espacio de ideas que sirvan -como decía el poeta español Gabriel Celaya de su propia poesía- de "herramientas" para la acción. Un Derecho con más compromiso. Con más "poesía". Donde lo administrativo no se expande como modelo sino que se circunscribe y enmarca dentro de una teoría del Estado concreta, feminista o humanista, pero que muchas veces no se observa. El constitucionalismo no puede ser una tautología. Tiene que ser una realidad donde las “palabras” (los derechos!) cobran vida. No otra cosa es un derecho más "poético". Más comprometido. Más genuino. Más justo. La poesía no es una "veleidad sin futuro", como dijo con sorna Artaud. Es un requisito básico para que el derecho "válido" recupere (y ¡legitime!) su "palabra". La palabra justa, como dijo Paco Urondo. Una palabra que tantas veces el Derecho, nuestro Derecho, no tiene. O ha perdido. Las y los esperamos en ABOGAR.

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