Alejandro Marmo: “Mi trabajo es darle emocionalidad a los espacios sin vida y eso sucede cuando hay más transpiración que inspiración”
El artista argentino, creador de obras emplazadas en espacios públicos de varios países, exhibe la muestra De arte no entiendo nada en el Palacio Libertad.
La Secretaría de Cultura del Ministerio de Capital Humano presenta De arte no entiendo nada, una muestra conformada por piezas realizadas por el artista argentino Alejandro Magno. Puede visitarse de miércoles a domingos, de 13 a 20 h.
Rostros de ídolos nacionales, frases y seres imaginarios, creaciones de Marmo y en diálogo con su obra Corazón iluminado, expuesta desde febrero en el lugar, despliegan su luz y materialidad en ese espacio.
Las obras de Alejandro Marmo instalan una metáfora de la transformación social a través del arte y exploran la relación espacial en el espacio público. Sus homenajes se encuentran emplazados en la ciudad de Buenos Aires, el interior del país y otros países del mundo, como recordatorio del sentir y la identidad nacional.
Sus trabajos más representativos son los murales Evita sobre el Ministerio de Acción Social (ex MOP) en la avenida 9 de Julio; La Virgen y El Cristo Obrero en los jardines de los museos vaticanos; El Abrazo en el Aeropuerto Internacional Leonardo Da Vinci, Roma; La Estrella del diálogo, en la avenida 9 de Julio esquina San Juan, ciudad de Buenos Aires y centenares de obras en espacios públicos de Argentina, Europa y Asia. Fundó el Centro Cultural “Arte en las Fábricas”, donde obreros y artistas convergen en una labor que viaja de las periferias al centro.
Alejandro Marmo nació el 19 de febrero de 1971 en el partido de Tres de Febrero, Provincia de Buenos Aires. A mediados de los años 90 comenzó a realizar esculturas y performances para instalar una metáfora de la transformación social a través del arte. Con él hablamos sobre el inicio de su vocación, el mensaje que transmite a través de sus obras y la muestra inaugurada recientemente.
-¿Cómo surge en vos la vocación de escultor?
-La incertidumbre despierta una desesperación creativa y ahí aparece siempre una vocación de rescate para salir de los lugares de comodidad. Encontré un camino para calmar mis emociones y me quedé ahí. Encontré un lenguaje para comunicar cuando la duda es permanente.
¿Qué particularidad tiene la técnica que aplicás en la creación de las obras?
-La transformación y la mutación me hace vivir en el hoy, en el antes y el después; creo que los materiales también tienen esa sensibilidad para adaptarse a los tiempos. Voy más por la intuición que por la técnica.
.
-¿Cuál es el mensaje que plasmás en tus obras?
-La luz está en la oscuridad, todo puede ser o suceder de acuerdo al ángulo donde se lo mire o se lo aborde. Creo en la utopía construida seriamente.
-¿Por qué la muestra, recientemente inaugurada en el Palacio Libertad, lleva el nombre de De arte no entiendo nada? ¿Qué diálogo establece con tu obra Corazón iluminado?
-De arte no entiendo nada te invita hacer más genuino en tu emociones, no guiarte por lo que se dice en el arte sino por lo que sucede. Creo que cuando visitás la muestra entendés todo. El diálogo es algo que sucede naturalmente; cuando hay que explicar no hay ninguna conversación interesante.
-¿Cuál es la característica preponderante de esta muestra?
-La particularidad es que se encuentra en un hall que tiene un propio tiempo, una especie de templo ambulante a iluminado a las deidades argentinas que llegan a las venas de la identidad popular. La muestra está de paso, es nómade y no sigue las reglas de lo que un curador rancio propone. Como diría el gran Fernando Pessoa: “visitando esta muestra me siento viejo con el solo placer de rejuvenecer”.
-¿Cuál fue el camino recorrido para trascender a nivel mundial, a través del arte, y emplazar tus obras en espacios públicos de diversos países?
-Uno trasciende en esta sociedad de muchas formas, no creo que solamente sea el camino del reconocimiento, sino más bien creo en la construcción humana, en la posibilidad de viajar por distintos territorios, en la construcción de un espíritu de familia y en las relaciones de amistad perennes. Creo que todo eso, en forma equilibrada, le da cimientos a emociones fuertes. Básicamente se trata de no hacerse el raro sino comprender que el arte, como todos los oficios o las profesiones, es un trabajo lleno de caídas y frustraciones que hay que saber administrar. Mi trabajo es darle emocionalidad a los espacios sin vida y eso sucede cuando hay más transpiración que inspiración.
De arte no entiendo nada puede visitarse hasta el 22 de diciembre, de miércoles a domingos, de 13 a 20 h, en la planta baja del Palacio Libertad (Sarmiento 151, ciudad de Buenos Aires).