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Boris Lurie: lo irrepresentable del horror y la memoria colectiva

Por primera vez en la Argentina, y como parte de una gira latinoamericana, el Centro Cultural Borges y el Museo Judío de Buenos Aires inauguraron “Memoria”. Compuesta por 130 obras, se trata de una exposición retrospectiva del artista ruso-norteamericano, sobreviviente del holocausto en Alemania, quien no dudó en crear y componer para nunca olvidar. Al respecto, conversamos con la curadora del CCB, Cecilia González, quien nos cuenta más sobre el legado de Lurie.

El filósofo alemán Theodor W. Adorno (1903-1969) se preguntaba si era posible la poesía, las artes, después de Auschwitz. Para distintos artistas, incluso algunos de ellos sobrevivientes del holocausto, la composición artística no solo fue un modo de hacer memoria, de testimoniar el horror y lo más despreciable de la condición humana, sino también una forma de reconexión con la propia vida, y de mitigar el dolor y abatimiento.

Foto gentileza: Centro Cultural Borges.

Uno de ellos –artista y sobreviviente del holocausto– fue Boris Lurie. Nacido en Leningrado, descendiente de familia judía, emigró a Riga (capital de Letonia), debido al ascenso del Estalinismo. Sin embargo, en 1941, Letonia fue uno de los territorios ocupados por los Nazis alemanes y la familia Lurie, esta vez, no tuvo escapatoria. Fueron separados por género en dos guetos diferentes. La abuela, madre, hermana y novia de Boris fueron asesinadas en la masacre de los bosques de Rumbula, al igual que 36.000 mujeres y niños. Por su parte, él y su padre habían sido reubicados en los campos de concentración de Salapils y Stutthof, obligados a trabajos forzados. No obstante, lograron sobrevivir.

Con la liberación por parte de los soldados americanos, en 1945, ambos se instalaron en Nueva York un año después. Allí se reencontró con otra de sus hermana, quién vivía allí antes del holocausto, y fue el momento cuando comenzó su carrera como artista. Si era posible o no las artes después de Auschwitz, para Lurie, fue la única manera de volver a la vida y, desde allí, criticar el racismo, el antisemitismo e, incluso, las tensiones y contradicciones norteamericanas durante la época de la Guerra fría.

Foto gentileza: Centro Cultural Borges.

Fundador del movimiento artístico de vanguardia NO! Art Movement, junto con los artistas Sam Goodman y Stanley Fischer, Boris Lurie compuso muchas de sus obras plásticas entre 1959 y 1964. En general, su producción está muy asociada a la propuesta estética que ya había comenzado con el expresionismo alemán y luego, después de las Segunda Guerra Mundial, con el expresionismo abstracto. En pocas palabras, aquellos que intentaron expresar la angustia interior a la vez que el compromiso crítico contra la guerra y el fascismo.

Actualmente, el Centro Cultural Borges y el Museo Judío de Buenos Aires presentan, por primera vez en la Argentina y como parte de una gira latinoamericana, “Memoria”. Se trata de una exposición retrospectiva del artista ruso-norteamericano, compuesta por 130 obras, con entrada libre y gratuita.

Foto gentileza: Centro Cultural Borges.

"Entrar en el mundo de Boris Lurie podría ser un acto de voyeurismo, sin embargo, es un acto de fe. Una promesa de purgatorio, expiación del pecado de ser, de existir, de sobrevivir y continuar la vida en un mundo banal vaciado de sus afectos más tiernos y profundos. El primer contacto con la obra de Lurie, es una experiencia que impulsa a abandonar nuestra zona de confort y adentrarse en las profundidades de un alma dañada por algo que nunca llegaremos a comprender. Esa no comprensión posiblemente sea el punto de contacto con el artista, se siente el latigazo de su experiencia, la cual no podemos nombrar ni explicar", comentó Liliana Flugelman, curadora de la exposición en el Museo Judío de Buenos Aires.

"Su derrotero es sincrónico con la historia del arte, tributario del expresionismo alemán, sus trabajos de la primera época exultantes de densidad gráfica conforman un estilo acorde a los tiempos de una Europa azotada por desatinos y flagrancias. La 'Serie de la guerra' de los años 1946/1950 revela al artista con vocación de reportero gráfico, descarnado, ya vacío, teñido de horror y tormento. Resalta las figuras fantasmagóricas con tiza y pasteles acentuando el carácter sombrío de las escenas. El trazo desmaterializado y desnudo de algunos dibujos y bosquejos se posiciona en el papel de una manera lateral, dislocada. En estos el lenguaje plástico es austero, contenido, pero impacta ciertamente haciendo ecos de la experiencia de la angustia Con la 'Serie de Mujeres desmembradas' comienzan sus preocupaciones relacionadas al cuerpo femenino. La sensualidad cede su lugar a cuerpos inmóviles, estáticos, distorsionados, en tortuosas poses carentes de naturalidad. Todavía está muy fresco en su memoria el recuerdo de los horrores padecidos en los campos donde se daba la batalla de Eros y Tánatos", agregó.

Las curadoras de "Memoria": Liliana Flugelman (Museo Judío de Buenos Aires) y Cecilia González (Centro Cultural Borges).

En ese sentido, conversamos también con Cecilia González, curadora de la exposición en el Centro Cultural Borges, quien nos cuenta más sobre el legado del artista ruso-norteamericano.

-Las obras de Boris Lurie van más allá de un ejercicio plástico como medio de aliviar el dolor/trauma del artista, que ni siquiera podríamos imaginar. En ese sentido, ¿qué es lo que más se destaca de estas 130 obras expuestas?

-Como dice el título de la exposición, lo que más destaca es la memoria, y no sólo la memoria como homenaje a las víctimas que padecieron hechos aberrantes o a quienes lucharon por la justicia, sino aplicándolo al presente, para analizar, reflexionar y ver hacia el futuro, para que aquellos hechos de horror no se vuelvan a repetir jamás. Las 130 obras que se exponen entre ambos espacios, hacen memoria en primera persona de los campos de concentración y dejan testimonio de la continuidad del horror y las injusticias en una sociedad que, cegada por el consumismo, no quiere mirar atrás. El artista pretende quitar ese manto de hipocresía y despertar al espectador. Las obras son una crítica feroz a la sociedad de consumo y a sus dirigentes. Para ello el artista debe estar libre de opresiones, por esta razón sus obras se oponen –en forma y contenido– a las pautas estilísticas de su momento, por considerarlas cómplices y/o favorables al mercado del arte y al consumismo que con su superficialidad colaboraban al olvido y al triunfalismo estadounidense que promocionaba actos de conquista, luchas de poder y discriminación, para imponer la cultura “americana”.

El Centro Cultural Borges, una de las sedes donde se expone "Memoria".

-En relación con la cuestión formal, ¿qué tipo de materiales utilizó Lurie en estas obras? ¿Estos materiales en cuestión habilitaron distintos modo de leer ese contenido?

-En sus comienzos, en la elaboración de obras más testimoniales de sus vivencias, utiliza un estilo más académico y clásico, con obras pictóricas al óleo y dibujos en lápiz y tinta, influenciado por los grandes maestros que utilizaron el arte como medio para comunicar los hechos más importantes de la historia. Luego, en su visión de que el arte moderno era elitista y glorificaba las pautas establecidas por el mercado, y que el impresionismo abstracto y, sobre todo, las obras del Pop Art desdibujaban con sus formas toda memoria, se rebela y realiza un corte abrupto en su estilo. Con la misión de despertar al espectador, lo atrae con combinaciones caóticas de materiales y materia que expresan su ruptura y confrontación y, al mismo tiempo, el caos del mundo y de la sociedad.

Con un estilo más libre y con alusión a las formas contemporáneas, Boris Lurie adoptó con gran maestría el collage con la superposición de imágenes. Así rompió, despedazó, pegó y superpuso con la brutalidad del horror, utilizando material desechable, aludiendo al sistema deshumanizado que desecha, despedaza y consume a la humanidad. Utilizó recortes de diarios y revistas para mostrar duras realidades, la falta de valores de la sociedad de consumo y de la propaganda de la América triunfalista. Entre sus recortes se pueden ver gráficas destinadas al consumo de productos, imágenes de sadomasoquismo, propagandas políticas y duras imágenes del Holocausto combinadas con “Pinups” (mujeres eróticas semidesnudas) que simbolizan la verdad desnuda y despojada y, a su vez, la sociedad americana, la banalización y la extrema deshumanización del consumismo, expresado en la imagen de la mujer como objeto de consumo.

Foto gentileza: Centro Cultural Borges.

-¿Cree que en el contexto actual, pensando en las guerras en Ucrania y en la Franja de Gaza, las obras de Lurie ayudan a seguir reflexionando sobre la miseria y el horror humanos que no terminaron en el siglo XX?

-Las obras de Lurie tienen la misión de ayudar a esa reflexión, aunque su intención era crear una conciencia temprana que ayudara a evitar que estos sucesos de horror se volvieran a repetir. En el contexto actual, con la conmoción que tiene la humanidad entera, la reflexión se da de hecho, pero también la parálisis y la confusión. Lurie pretendía con sus obras, dejar un legado que advirtiera y alertara a través de la memoria. Las consecuencias devastadoras de la Segunda Guerra Mundial no crearon las suficientes alertas en la conciencia colectiva, porque nunca se quiere hacer memoria del horror, porque es duro y difícil, y también, como quiso transmitir el artista en sus obras, porque muchas veces el olvido es beneficioso para ciertos gobernantes y dirigentes.

Lurie hace un enfoque con una visión única sobre los acontecimientos de su contemporaneidad al haber vivido en carne propia el horror de los campos de concentración; y responsabiliza a la ambición desmedida de aquellos dirigentes que piensan en su poderío más que en el bienestar de los pueblos. Y es por este motivo que trata el tema de la identidad de las culturas, la política, sus representantes y la sociedad.

El Museo Judío de Buenos Aires es la otra sede en donde se inauguró la exposición de Bories Lurie.

-Jacques Rancière, en sus textos sobre lo inhumano y la imagen intolerable sostiene que, a veces, se concluye con “demasiada facilidad que el exterminio es irrepresentable”. Y sin embargo, “no se trata de poner el horror en imágenes, sino de mostrar lo que justamente carece de imagen ‘natural’". ¿Creés que algo de eso sucede en las obras de Lurie? ¿Le puso imagen a lo “irrepresentable”?

-Lo que buscaba Lurie para representar el horror eran imágenes de impacto, transmitir un sentimiento de algo que no podía representar, pero que sentía que debía, para eso hacía yuxtaposiciones brutales como en el caso de la obra Railroad collage (Railroad to America), en la que superpone la imagen erótica de una mujer por sobre los múltiples cuerpos desnudos de los muertos de los campos de concentración desechados en un vagón de carga. El horror en las obras de Lurie es aludido, convocado a través de las formas y yuxtaposiciones de imágenes extremas y que, naturalmente, no ocupan espacios compatibles, como la vida y la muerte, la opresión y la libertad.

Foto gentileza: Centro Cultural Borges.

-¿Cómo dialogan estas obras expuestas en el Centro Cultural Borges con la otra parte de la muestra, que se exhibe en el Museo Judío de Buenos Aires?

-Entre ambas exposiciones se complementa y amplía el concepto de la memoria. La memoria por la identidad, la memoria propia y dolorosa del artista como memoria del horror, la memoria aplicada como lucha por la justicia. En el Museo Judío de Buenos Aires se exhiben obras que testimonian las vivencias del artista durante su cautiverio (serie de la guerra) y su identidad judía, y la memoria dolorosa por la pérdida de las mujeres de su familia (en la serie de las “Mujeres desmembradas”); y en el Centro Cultural Borges se exhiben obras relativas a la posguerra y la sociedad fuertemente entrelazadas con sus obras anteriores, ya que siempre alude de una forma simbólica o directa a la memoria del horror de la guerra, mostrando las consecuencias y, a su vez, las causas en el comportamiento de la sociedad. Las obras del movimiento del NO! Art que representan los estamentos y la lucha contra las injusticias, se exponen con igual ímpetu en ambos espacios.

Para visitar la exposición:

Museo Judío de Buenos Aires (Libertad 769, CABA)
Hasta el 1 de diciembre de 2023, de lunes a viernes de 10 a 18 h, con entrada libre y gratuita.

Centro Cultural Borges (Viamonte 525, Buenos Aires Sala: Pabellón II)
Hasta el 26 de noviembre de 2023, de miércoles a domingos de 14 a 20 h, con entrada libre y gratuita.

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