Una investigadora becada por Educación gana una estancia para estudiar en la Universidad de Padua
Ximena Aixa Castro fue becaria de un Curso Internacional de Posgrado del Ministerio de Educación sobre Bioinformática que se desarrolló en la Universidad Nacional de Quilmes y fue dictado por la Universidad de Padua, Italia. Es licenciada en Biotecnología de la Universidad Nacional de Tucumán y está realizando un doctorado en el Instituto Superior de Investigaciones Biológicas del CONICET.
En esta entrevista, la becaria comparte su trayectoria académica y su experiencia en el Curso Internacional de Posgrado de Educación.
“En mis investigaciones realizo la descripción del diálogo materno embrionario en camélidos sudamericanos con una aproximación desde la proteómica. Para esto, era muy importante iniciarme en Bioinformática, ya que la proteómica genera unas cantidades inmensas de datos que son muy difíciles de procesar y clasificar para poder interpretarlos. Por eso, me inscribí al curso del Ministerio de la Educación, en convenio de la Universidad de Padua, y fui una de los cuarenta seleccionados.
En este curso pude adquirir las herramientas que necesitaba, no solo para mi trabajo doctoral, sino que también me abrió la visión de las posibilidades que abre la Bioinformática y cómo puede contribuir a cualquier trabajo y proyecto futuro. Tiene la ventaja de que solo necesitás una computadora y ya está. Hay un equilibrio, un sentido de igualdad de posibilidades, y permite ahorrar en insumos. Se pueden realizar simulaciones en la computadora para ver si un ensayo funciona y ahorrar muchísimo tiempo y recursos. Me parece fundamental para complementar cualquier investigación.
Cursé desde abril hasta julio/agosto. La mayoría de los encuentros fueron virtuales, pero tuvimos clases presenciales en la Universidad Nacional de Quilmes. La experiencia fue maravillosa y las clases fueron brindadas por científicos líderes en la temática. Fue un privilegio poder estar en contacto con profesionales que crearon herramientas que se usan en todo el mundo.
Al terminar el curso, tuvimos un examen y nos brindaron la posibilidad de hacer un proyecto optativo, que era la caracterización de una proteína, aplicando los contenidos que aprendimos en el curso. El premio era una estancia de investigación corta en Padua. Entonces, participé y, de los siete trabajos que se presentaron, eligieron el mío. Estoy muy feliz, es un sueño hecho realidad, no puedo esperar a ir y seguir perfeccionándome en esto que cada vez me gusta más.
Debe haber sido una decisión difícil, porque compartí una experiencia maravillosa con un montón de profesionales de disciplinas muy distintas a la mía. Yo estudio la reproducción de camélidos sudamericanos, todo lo aplico a la producción ganadera. En el curso la mayoría éramos biólogos que queríamos adquirir herramientas informáticas, pero también había informáticos que necesitaban los elementos de la Biología. Y todos aprendimos un montón de cosas, desde cómo funcionan las proteínas en los caimanes, hasta distintas estrategias que se están usando para la producción de nuevos fármacos.
Hay dos cosas que me gustaría destacar en cuanto a los criterios de selección de los participantes del curso. Yo vengo de Tucumán, nací en Jujuy y me trasladé a Tucumán para estudiar Biotecnología. En el Norte no hay muchos cursos de perfeccionamiento. En el curso que realicé hubo una selección de becarios de todas las provincias, desde Jujuy hasta Ushuaia. Y también había muchas mujeres. Normalmente se cree que la informática es un campo masculino, pero éramos mayoría de mujeres.
Al contrario del estereotipo, los científicos no somos personas encerradas en un laboratorio trabajando. Existe una red científica muy importante. Una de las cosas más impresionantes que hizo este curso fue poner en contacto a cuarenta profesionales del país que trabajaban en disciplinas distintas. En las dos semanas presenciales en la UNQUI, llegamos a estrechar lazos que van a perdurar, para ayudarnos mutuamente y complementar los conocimientos, y también para proponer nuevas iniciativas y proyectos mediante la combinación de nuestros campos de estudio. Esta red es una de las cosas más valorables que se pueden crear mediante este tipo de cursos.
El impacto de esta formación es, por un lado, que me ayuda en mi formación doctoral, pero también todos los conocimientos que adquirí van a ser transmitidos y ya fueron transmitidos en mi experiencia docente en una cátedra de la Universidad Nacional de Tucumán. Nos pareció importante actualizar los contenidos para poder brindarles a los nuevos estudiantes herramientas para complementar su formación.
Me encanta poder inspirar a otros a que vean que si uno se esfuerza, estudia mucho, da todo de sí con pasión, puede conseguir realmente lo que quiera. Esto es un sueño realmente, pero también es una gran responsabilidad. Cuando estaba analizando qué temas me gustaban para estudiar dentro de las posibilidades de Tucumán, yo quería hacer algo que ayudara a otras personas, me parece que solamente así tiene sentido. Puedo estudiar, pero nunca me voy a sentir bien conmigo misma a menos que eso llegue a otras personas. Por eso, decidí entrar al grupo que trabaja con camélidos sudamericanos. Más allá de que hacemos investigación minuciosa, el fin es ayudar a las comunidades andinas, a los pequeños productores, a revalorizar nuestra herencia cultural. Me parece que cada uno desde su área tiene que pensar siempre en devolvérselo al otro, en intentar contribuir a la mejora de la sociedad. Como yo soy del Norte, para mí eso es apasionante”.