"Los Nacimientos", en el Teatro Nacional Cervantes
A partir del 2 de febrero, el Teatro Nacional Cervantes estrena esta obra escrita por Marco Canale y dirigida junto a Javier Swedzky. El director y sus protagonistas, actrices mayores residentes en la Villa 31, nos cuentan detalles de esta especial puesta en escena.
Los Nacimientos, escrita por Marco Canale y dirigida por Canale y Javier Swedzky, se presentará en la Sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815, ciudad de Buenos Aires) desde el jueves 2 de febrero hasta el domingo 12 de febrero, de jueves a domingos a las 20 horas.
La propuesta narra cómo un grupo de mujeres mayores, residentes en la Villa 31, monta una obra de teatro en la que atraviesan América para regresar al lugar donde nacieron antes de morir. Impulsadas por un director –del otro lado de la ciudad– y por María, una anciana boliviana que sueña con reencontrarse con su madre, a la que no ve desde hace sesenta años. Los Nacimientos es la vida de once mujeres, sus conflictos, canciones y lenguas. El amor por las casas que construyeron, el encuentro con sus muertos a través del pan de los difuntos y su descubrimiento del teatro y el cine (cuyos universos se cruzan) a los 70 y 80 años.
Con la participación de Ramona Escalante, Adelaida Franco, Marta Giménez, Marta Huarachi, Candelaria Ospina, Roberta Reloj, María Rojas, Paula Severi, Flora Solano, Beatriz Spitta, Francisca Vedia, Marco Canale, Javier Swedzky, y el músico sesionista José Tolaba, con diseño de escenografía y la asesoría de vestuario de Micaela Sleigh, música, diseño y realización sonora de Luciano Giambastiani y diseño de iluminación de Ricardo Sica, esta pieza teatral es también la reconstrucción de la desconocida historia de la Villa 31. Desde su origen en 1930 hasta las demoliciones masivas de la dictadura cívico-militar, las topadoras de Domínguez en los años noventa, la entrada del “paco”, el complejo proceso de urbanización, y las pequeñas memorias y luces que tejen esa gran historia olvidada.
Javier Swedzky es director, actor, titiritero, dramaturgo, docente, de amplia y reconocida trayectoria en el mundo teatral. Con él hablamos del origen de la obra, el eje central y el mensaje que pretende dejar en el público.
-¿Por qué El pan de los difuntos fue disparador para la creación de Los Nacimientos?
-Durante los ensayos fuimos generando mucho material biográfico. En un principio trabajamos mucho en la idea de los panes para los muertos, que es una costumbre que surge de Bolivia que muestra que en el Día de los Muertos se hacen panes con las formas que les gustaban a los muertos, con escaleras para que vayan al cielo y soles y lunas por los días y las noches que vivieron. La gente va casas por casas rezando por los muertos y tomando y comiendo los panes. En la obra el pan y la harina tuvieron mucha importancia y fueron un vehículo para poder traer recuerdos y experiencias de la importancia del pan en la vida de ellas. A partir de esas memorias biográficas, Marco Canale, las transformó, las fue hilando y encontró el marco de la obra. Hay mucho de realidad, de la historia de sus vidas, a través de un viaje imaginario.
-¿Cuándo se comenzó a trabajar con la puesta?
-Empezamos a trabajar en el 2018. En enero del 2019 hicimos una primera presentación para poca gente, con los panes, con la harina y en el 2019 hicimos un par de ensayos abiertos en el Teatro, por un convenio que tenía el Instituto Francés con el Cervantes, en los cuales ellas hacían el pan con la gente y mientras el pan se cocinaba sucedía la obra, y al final de la obra degustaban el pan. El estreno iba a ser en el 2020 pero quedó suspendido por la pandemia, tiempo en el cual nos mantuvimos todos en contacto pero el proyecto tuvo otra forma. Hicimos una colecta solidaria, con la gente que habían visto el trabajo y nos ayudó. Luego de ese tiempo surgió la posibilidad de realizar el proyecto en la sala María Guerrero, lo cual dificultaba hacer el pan para 700 personas y replanteamos la idea.
-¿Cuál es el mensaje que pretende dejar Los Nacimientos?
-Los Nacimientos, en el Cervantes, pretende establecer puentes entre la villa y la ciudad. La villa es de difícil acceso. Hay mucha falta de información. Sus habitantes son gente trabajadora, hay profesionales. Hay cosas que se le achacan a la villa, que no son exclusivas de la villa. El consumo no es fenómeno exclusivo de la villa. Si es cierto que es un lugar donde hay gente con muchas necesidades, expuesta de manera muy cruda. Trabajamos mucho el tema de los prejuicios. La idea es también es traer la villa al Teatro Nacional Cervantes, que el teatro abra la sala a mujeres que tienen otra trayectoria, que son grandes actrices pero no tienen formación actoral. Mostrar que, cada una, puede aportar algo de su propia vida a esta realidad y ficción para lograr este encuentro. Lo que intenta esta obra, desde los contenidos y desde el funcionamiento mismo de su creación, desde su modesto lugar, es poder producir encuentros, poder ir más allá de los preconceptos, de la falta de información y poder establecer vínculos.
-¿Por qué Los Nacimientos busca construir una fuerza?
-Podemos decir que se busca construir una fuerza en conjunto. Hay muchas cosas que tenemos en común, por ejemplo el Hotel de Inmigrantes está a metros de la Villa 31, pero, supuestamente, en el imaginario, son lugares totalmente distanciados cuando históricamente no es así .Muchos inmigrantes del Hotel de Inmigrantes fueron a la villa en los inicios cuando se llamaba Villa Esperanza.
Sus protagonistas
Flora Solano, Adelaida Franco, Candelaria Ospina y Marta Huarachi son algunas de las mujeres mayores, protagonistas de esta historia. Ellas nos hablan sobre sus historias personales, su llegada a la villa y el acercamiento al teatro.
Flora Solano (Bolivia)
-Estoy muy satisfecha de estar aquí porque no me lo imaginaba. Cuando era joven mis sueños eran llegar lejos pero, lamentablemente, no se podía. Llegué a la Argentina desde Bolivia. Me casé y vine de Luna de miel. Me gustó el clima porque yo soy del altiplano, donde hace mucho frio. Mi marido era carnicero y falleció. Desde entonces he tenido que trabajar para criarlos yo sola a mis cinco chicos y sufrí mucho. Siendo una mujer grande, me acerqué a una iglesia, donde me daban comida y hacíamos reuniones, en las que aprendíamos a tejer entre otras cosas. Ahí llegó Marco Canale, con quien hacíamos reuniones, ejercicios y nos propuso ir al teatro. Yo no quería, porque pensaba que no me iba a acordar todo lo que tenía que decir. Antes tenía esa ilusión de llegar, pero después ya no. Marco me insistió y así empecé, poco a poco.
Adelaida Franco (Paraguay)
-Desde chiquita quería cantar y tocar guitarra pero, como éramos pobres, fui a la escuela hasta séptimo grado y dejé porque éramos muchos hermanitos, que tenían que ir a la escuela y mi papá no podía con todos. Yo me quería ir a Asunción a estudiar pero me casé a los 17 años y tuve hijos. Uno de mis hermanos se vino a Buenos aires a estudiar para seminarista. Mi papá y mi marido vinieron a verlo, porque a le daban un cargo más alto y, de paso, a buscar trabajo. Después de diez meses mi marido encontró trabajo y yo vine a buscarlo y me quedé y no me fui más. Trabajé en zapatería y cociendo. Una vecina mía me invitó a ir a la iglesia, donde hacían reuniones y daban comida. Ahí Marco Canale me invitó a reunirme con ellos y me gustó mucho, porque yo no tenía amigas y eso me ayudó.
Candelaria Ospina (Perú)
-El descubrimiento de mi vocación artística fue muy emocionante. Me casé a los 18 años, con una persona mayor, en Perú. Me hizo casar la familia. Tuve diez hijos y crié otros cinco más de él. No sé cómo he tenido fuerza para sacar adelante a todos. Toda mi vida he trabajado, no he disfrutado mi juventud. Mi esposo falleció y cuando vinieron mis hijas acá me trajeron y me quedé. Me acerqué a la iglesia, donde había reuniones de tercera edad y todos los jueves íbamos a almorzar. Marco nos quería juntar y nos citó un día para conversar sobre como debíamos trabajar en el teatro. Y yo no entendía lo que era el teatro. Comenzamos con los ejercicios para dejar la vergüenza, la timidez. A mí no me gustaba, me costaba y entonces me fui. Mi oficio era el tejido y me puse a reflexionar si toda la vida iba a estar así, tejiendo. Había criado a mis hijos, ya eran grandes y entonces regresé a la iglesia. Ahora estoy muy contenta de lo que estoy haciendo, me encanta, me devolvió las ganas de vivir.
Marta Huarachi (Bolivia)
-De chica siempre quise ser artista. Somos ocho hermanos y todos mis hermanos son músicos. Tengo tres hermanos varones y mi papá era compositor. Él nos despertaba todas las mañanas con su trompeta y nos teníamos que levantar todos para hacer las cosas de la casa. A mí me llamaba la atención como mis hermanos tocaban los instrumentos y me gustaba tocar la guitarra, pero mi mamá decía que eso era de los hombre y que yo tenía que ir a la cocina y a tejer. Me quede frustrada y siempre que podía, en el colegio, me metía en teatro porque ese fue siempre mi inquietud. Yo soy de Potosí (Bolivia) y quería ir a La Paz (Bolivia) a estudiar teatro, pero mi mamá me decía que esa no era una profesión y me mandó a estudiar enfermería a Argentina pero dejé. Me casé, tuve cuatro chicos, que ya están grandes. En la Villa 31 había un grupo de charangos y empecé a estudiar charango. Un día Marco Canale dijo que necesitaba música, porque estaba haciendo un grupo de teatro y fuimos cinco mujeres y estuvimos participando, con música, en una obra. Luego nos invitó también para el festival de teatro y desde ahí ya me quedé. Es algo que me gusta. Yo ni me había imaginado que acá iba a realizar mi sueño, un sueño que tenía de chica y en un teatro como el Cervantes que tiene más de cien años. Estoy agradecida con Dios y con Marcos y Javier, a quien conocimos hace cuatro años. En relación al grupo somos muy compatibles porque vivimos en la misma villa. La villa es un lugar de inmigrantes y se armó un bonito grupo de personas. Ahora estamos más que felices y agradecidas.
Marta habla, también, acerca del aporte personal de cada una de ellas a la historia que plantea la obra y cómo influye en ellas poder contar eso:
-En cada una de nosotras influye en nuestras propias vivencias. Se cuenta todo lo que hemos vivido nosotras hasta ahora, ya sea desde nuestra infancia y como estamos, actualmente, en la villa. Yo estuve en el tiempo que querían sacar a la villa, el tiempo de la dictadura y es muy duro todo eso. Algunas estuvieron muy cerca del Padre Mujica, colaboraron con él y él las ayudó junto a otros curas. La gente se choca con la idea de todo lo malo de la villa pero no es así. A través de la obra podemos, nosotras también, mostrar ese lado, que somos gente trabajadora y somos familia de bien.
Los Nacimientos se presentará del 2 al 12 de febrero, de jueves a domingo, a las 20 h.
Localidades: 900 pesos. Disponibles en Alternativa Teatral y en la boletería del teatro a partir del 1 de febrero.
Descuentos a jubilados y estudiantes.
Imagen de portada: El director Javier Swedzky con Adelaida Franco, Flora Solano, Marta Huarachi y Candelaria Ospina.