Luis Gusmán: el más borgeano de los escritores argentinos
Recibió la Rosa de cobre, premio que otorga la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.
El escritor y psicoanalista Luis Gusmán ha sido distinguido en reconocimiento a su trayectoria y al valioso aporte realizado a la literatura nacional.
Durante el acto de premiación, el autor de El frasquito, Cuerpo velado, En el corazón de junio, Villa y El peletero, entre otras novelas, visiblemente emocionado y contento dijo que es un honor recibir la Rosa de cobre y comunicó que donará todos sus manuscritos a la Biblioteca Nacional.
Con el premio Rosa de cobre, creado en 2013 durante la gestión de Horacio González, la Biblioteca Nacional rinde homenaje a los grandes creadores de las letras nacionales, en agradecimiento al valor de sus aportes. “Con el pretexto de estos premios juntamos a gente que nos gusta. Mientras haya rosas, juntaremos ramas”, dijo Juan Sasturain, director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno sobre el premio que también obtuvieron Juan Gelman, Marcelo Cohen, Adolfo Colombres, Eduardo Romano y Alberto Szpunberg.
“Hay una frase que dice que, aunque no lo veamos, el sol siempre está. Se podría decir que Borges, aunque no lo veamos, siempre está en Gusmán, que probablemente sea el más borgeano de los escritores argentinos”, señaló la periodista especializada en literatura Silvina Friera durante el acto de entrega del galardón.
“¿Cuántos escritores hay en Luis Gusmán? ¿Es posible que un mismo escritor ande enmascarado como un borgeano contemporáneo, un gran contador de historias, un ensayista que mezcla y combina múltiples lecturas? Si. Porque si la literatura es la valija de Frankenstein, como Gusmán ha señalado más de una vez, él se sirve de autores muy diversos, los cita y se los apropia. Y puede adoptar sin restricciones, distintas máscaras”, añadió la editora del diario Página/12.
Siguiendo con las voces y juegos de palabras, la editora Leonora Djament expresó: “Los libros de Gusmán arman, dicho barthesianamente, una estereofonía. Sus relatos y novelas son tejidos de voces. Voces que son códigos sociales pero que dentro del texto se destejen, se deshilvanan, se vuelven a tejer.
Si acercamos el oído a sus libros vamos a escuchar, efectivamente, voces. De prostitutas, cantantes de tango, boxeadores, levantadores de apuestas. Son voces marginales, voces que no encajan, voces que zumban, “voces mosca”.
Son las voces de los segundos, de los que no llegaron al papel principal. Los que, en apariencia, no pudieron construir vidas heroicas, luminosas o ejemplares. Los cualquiera, a quienes les estarían vedadas las pasiones grandes, los deseos vitales, las acciones extraordinarias. Y, sin embargo, estos cualquiera no hacen más que sostener el funcionamiento del mundo”, dijo la editora de Eterna Cadencia.
También presente durante la entrega de la Rosa de cobre, el escritor y editor Luis Chitarroni recordó el año 1978, donde comenzó su amistad con Gusmán. “Yo era colimba ese año, y Luis era el encargado de Martín Fierro, una librería enorme que quedaba en Corrientes y Libertad. Fui a buscar un libro que no tenía, había que pedirlo y esperar. Y en el medio me regaló el libro La verdadera vida de Sebastián Knight, de Nabocov”, recordó Chitarroni entre historias de viajes, encuentros y cafés.
“Nunca sabremos cómo un libro viaja del pasado al presente. Y mucho menos cómo llegará al futuro. Sospecho que la rosa de cobre se diferencia de la de Wells y no se marchitará”, dijo Gusmán, autor también de Avellaneda profana, su último libro.
Hay que saber escuchar para que el ruido se vuelva voz y los deseos se dejen oír. “Efectivamente, Luis Gusmán es un escritor que escucha deseos. O, mejor, escucha el deseo y lo pone a circular”, resaltó Djament al tiempo que hacía notar que “La literatura de Gusmán es así, es ese coro de voces donde se escucha el fuera de poder. La oscuridad de algunos personajes son sólo la contracara del esplendor de la literatura. Gusmán narra oscuridades que alumbran. Vidas grises que pueden llegar a encandilar porque nada más subversivo, siempre, que seguirle la pista al deseo”.