El viernes 17 de diciembre murió José Pablo Feinmann. Filósofo, escritor, ensayista, profesor, periodista y conductor de TV que sostenía que la conciencia de la muerte es el rasgo que nos distingue a los seres humanos. “El hombre es un ser patético porque vive la situación patética de saber su finitud. Pero, a la vez, es un ser precioso porque cada uno de los instantes de su vida vale infinitamente. Cada uno de los instantes de nuestra vida es único porque es un camino hacia la muerte, es verdad, pero es también nuestra vida actual, presente, la que estamos viviendo ahora”, resaltaba José Pablo Feinmann en el capítulo Sujetos sujetados (seres que no piensan) del ciclo "Filosofía aquí y ahora", que condujo entre 2008 y 2016 por Canal Encuentro.

La divulgación de la filosofía en los medios masivos cuenta con un antes y un después con el programa "Filosofía aquí y ahora", que condujo Feinmann por Canal Encuentro. A través de su histrionismo, con humor y rigor académico - y las ilustraciones de Miguel Rep-, el ciclo consiguió convertirse en un espacio de divulgación teórica para todos los públicos.

“Es deseable que el pensamiento filosófico sea autónomo. Y no sólo el pensamiento filosófico, es conveniente y recomendable que nuestro pensamiento sea autónomo, es decir, que sea nuestro. Que no seamos “pensados” por el Sistema”, sostenía en uno de los capítulos del ciclo que presentaba los temas de la filosofía de manera clara y didáctica.

Feinmann también fue un cinéfilo apasionado. “Soy un filósofo y un cinéfilo apasionado. Y del cine me gustan muchas cosas. Pero siempre sigo unido a su magia por deslumbramientos lejanos, pero vivos, aún ardientes de mi infancia. Eso no me ha impedido nunca tomarlo como base de muchas reflexiones acerca de la condición humana. Hay películas que valen por diez libros de filosofía. Incluso imágenes. A veces, una sola imagen”, sostiene en el libro Siempre nos quedará París. El cine y la condición humana.

“Para mí, escribir fue escribir sobre cine. Mis primeras batallas, mis primeras victorias o derrotas, mis tempranos deslumbramientos o frustraciones e imposibilidades con el lenguaje sucedieron ahí: en esas hojas Rivadavia, tamaño carta cuadriculadas. En la carpeta de cine. Para decirlo todo, el deseo de expresar lo que el cine me provocaba me entregó a las palabras”, describía Feinmann en la contratapa del libro Pasiones de celuloide. Ensayos y variedades sobre cine.

"Insisto: te quise mucho, Horacio. Esperame. No voy a demorar. Así lo siento hoy, ahora, mientras escribo estas líneas tristes, esta despedida", escribió José Pablo Feinmann el 23 de junio, un día después de la muerte de Horacio González, el exdirector de la Biblioteca Nacional con quien compartió amistad y debates durante 50 años.

“Siempre nos quedará ese lugar donde fuimos intensamente felices, donde conocimos la plenitud, donde reímos, donde lloramos, donde sentimos la caricia de lo absoluto, donde nos creíamos eternos y lo fuimos, porque ahí -en ese exacto y único lugar que jamás perderemos, que siempre será nuestro- nos enamoramos de un amor tan extremo, tan loco, que sólo podía durar para siempre, ni un día menos que la eternidad. Porque es así, así de simple, así de complejo: pase lo que pase, y aún si lo que pasa es lo peor, siempre nos quedará el cine”, escribió Feinmann en Siempre nos quedará París. El cine y la condición humana.