Colegio Militar de la Nación: 150 años de vida y nuevo director
Este año se conmemora el sesquicentenario del Instituto donde se educan y preparan los futuros oficiales del Ejército. En los últimos días tres eventos marcaron el inicio de las actividades conmemorativas.
La primera de las actividades fue el cambio de director del Colegio Militar de la Nación, en la ceremonia, realizada en el Patio de Honor del Instituto, el general de brigada Roberto Ariel Agüero relevó al general de brigada Agustín Humberto Cejas quien estuvo al frente del Instituto los últimos dos años.
Por otra parte el jueves 14 de febrero, ingresaron 600 postulantes de la promoción 153 del Instituto. De entre ellos egresarán dentro de cuatro duros años los subtenientes de las armas de Infantería, Caballería, Artillería, Ingenieros y Comunicaciones, y de los servicios de Intendencia y Arsenales.
Finalmente el viernes 15, dentro de las actividades específicas del 150° aniversario de la creación del Colegio Militar de la Nación, se colocó una placa recordatoria en el pedestal del monumento a Sarmiento, en el parque Tres de Febrero.
Historia del Colegio Militar de la Nación
Hacia 1869 surgió la inquietud de organizar un instituto de formación de oficiales para el Ejército. La idea no era nueva, pues varios ensayos se habían hecho en ese sentido desde mayo de 1810, sin embargo todos ellos tuvieron corta existencia.
El 9 de agosto de 1869, el Presidente de la Nación Domingo Faustino Sarmiento, que aún no había cumplido el primer año de su mandato, envió un mensaje a la Cámara de Diputados adjuntando un proyecto para la creación de una escuela castrense que proveyera de oficiales altamente capacitados para mandar al Ejército.
Así el Congreso se abocó al estudio del mismo y tras algunos debates ambas cámaras aprueban la ley N° 357 que autorizó al Poder Ejecutivo para la formación de una escuela militar, la cual fue promulgada el 11 de octubre y se convirtió en la piedra fundamental del Colegio Militar de la Nación.
De inmediato el gobierno designó una comisión militar especial a efectos de proponer el reglamento y plan de estudios de la nueva escuela.
Para ello se recurrió a un selecto grupo de oficiales, veteranos de muchas campañas y que habían acreditado destacadas condiciones intelectuales, entre ellos: el brigadier general Emilio Mitre, el general Indalecio Chenaut, los coroneles Mariano Moreno y Juan Czetz y el sargento mayor Lucas Peslouan.
Cerca de dos meses le llevó a la comisión completar la tarea, que permitió al Poder Ejecutivo dictar un decreto en 1870, firmado por el presidente Sarmiento y refrendado por el Ministro de Guerra General Martín de Gainza, que designó como cuartel del Colegio Militar al edificio que sirviera de residencia a Juan Manuel de Rosas y al mismo tiempo nombra director del Colegio Militar al coronel Juan Czetz y a los primeros oficiales.
Los primeros cuarteles: San Benito de Palermo y San Martín
El edificio se erguía 1 legua al noroeste de la ciudad, en los terrenos limitados por el arroyo Maldonado y el Río de la Plata. Su construcción databa de 1838.
La primera tarea del flamante director fue adaptar este edificio de estilo colonial y de grandes proporciones -que había sido construido para albergar a una familia y al personal de servicio- para que pueda cumplir su nueva función.
En sus aulas y recintos se mantenían aún, muebles, estufas, alfombras, arañas y espejos que ornamentaron el lugar en tiempos de su original propietario. Algunos de ellos, como un conjunto de rojos sillones de jacarandá, un escritorio de caoba, una cómoda y una caja de caudales, actualmente forman parte del museo del Instituto.
Por espacio de 22 años, funcionó en este caserón de San Benito de Palermo el Colegio Militar alcanzando un alto prestigio académico, formando a los cadetes en un riguroso secundario que se consideraba de excelencia en la época y se ubicaba entre las mejores academias militares del mundo.
Para 1892 la antigua estancia de Rosas ya era ocupada por 118 cadetes, más el cuadro de oficiales, el claustro de profesores y el personal de tropa y servicio. Fueron 17 las promociones de oficiales que egresaron de las aulas de este predio, antes de ser abandonado ese mismo año en búsqueda de mayor espacio.
La nueva sede se fijó en la localidad de San Martín, donde hoy se encuentra el Liceo Militar General San Martín. Ese ámbito, al igual que el primero, no fue construido como un instituto militar sino que era un antiguo Colegio de Artes y Oficios.
Pero pronto las limitaciones de la construcción evidenciaron la necesidad de buscar un espacio especialmente diseñado como academia militar. Así surgió el proyecto para construir la sede definitiva del Colegio que se hará realidad en el año 1937.
El sueño de la casa propia: el Palomar de Caseros
El lugar elegido esta vez fue la antigua propiedad de Diego Casero, que junto a su conocido palomar, daban nombre a la zona y sus aledaños. Estos campos por su amplitud y cercanía a la ciudad de Buenos Aires fueron considerados ideales para el nuevo proyecto.
La piedra fundamental del nuevo edificio fue colocada por el general Pablo Ricchieri en 1904, sin embargo, recién en 1921 bajo la presidencia de Hipólito Irigoyen, comenzaron efectivamente los trabajos de construcción.
En 1922 el ministro de Guerra, doctor Julio Moreno, ordenó suspender los trabajos para ampliar la capacidad del edificio para 1.500 cadetes. Se encontraba ya construida para ese entonces parte de la Plaza de Armas, pavimentada con adoquinado de granito de Tandil, circundando con trazo elíptico al Palomar de Caseros.
Como consecuencia de la ampliación del plan de obras, fue necesario abarcar la totalidad del terreno circundante, que incluía la antigua Escuela de Caballería.
A mediados de 1923 el Poder Ejecutivo aprobó el nuevo plan de obras, y se destinó una partida de $ 13.500.000 -moneda nacional-, además de $ 500.000 -moneda nacional- anuales para la continuación de la obra.
En 1930, la crisis económica, obligó a paralizar las obras hasta 1935, cuando el presidente Agustín Pedro Justo, ex director del Colegio, destinó los fondos necesarios para terminar en dos años de intensa actividad la obra.
El actual edificio, menos el pabellón C de dormitorios, las tribunas laterales del campo de deportes, el casino de oficiales y la primera capilla, fueron inaugurados el 23 de diciembre de 1937 en ocasión del egreso anual de oficiales.
Con los años esas instalaciones se fueron ampliando, hoy los cadetes cuentan con numerosos espacios para su uso, se destacan una biblioteca informatizada en permanente expansión de más de 23.000 volúmenes, aulas interactivas, aulas tácticas, laboratorios de idiomas, física, química, polígono de tiro, capilla, salas de conferencias, cine y un importante campo de deportes con gimnasio cubierto, salón de complementos, esgrima y pileta olímpica climatizada.
Además el Colegio Militar tiene el privilegio de contar con un patrimonio histórico único, ya que alberga dos sitios declarados monumentos históricos nacionales: el Palomar y la Casa de Caseros, testigos mudos de importantes hechos del pasado como la Batalla de Caseros, antesala de la Constitución Nacional, así como de las conversaciones preliminares del Pacto de San José de Flores, que consolidó la unión definitiva del país.
Un Instituto moderno para un Ejército profesional
La historia reciente encuentra al Colegio Militar en una etapa de grandes cambios. A partir del año 1994 pasó a ser un instituto universitario, otorgando a los subtenientes un título de grado reconocido oficialmente y con validez nacional por el Ministerio de Educación.
Actualmente se puede optar por dos carreras universitarias: licenciatura en conducción y gestión operativa o licenciatura en enfermería.
Asimismo, en el ámbito del Instituto se desarrollan cursos de formación para todos aquellos profesionales que deseen formar parte del Ejército Argentino como médicos, bioquímicos, farmacéuticos, odontólogos, veterinarios, abogados, profesores de educación física, pilotos, informáticos, enfermeros profesionales o directores de banda.
De esta manera, se centraliza en un solo Instituto la formación de la totalidad de los oficiales del Ejército Argentino.
Otro hito importante en este proceso de cambio ha sido la incorporación de la mujer a partir del año 1997. Ellas hoy ingresan al Colegio Militar en una total igualdad de condiciones que sus pares varones, de acuerdo a las normas establecidas por la Fuerza.
Así llegamos al presente, que encuentra a este Instituto transitando el camino del afianzamiento y consolidación de esos cambios sin dejar de lado su finalidad esencial que es la de educación y formación de los futuros conductores del Ejército Argentino.