“La oralidad es uno de los ejes centrales de la reforma penal”
El jefe de Gabinete del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos destaca los principales puntos de la reforma de la justicia penal.
El ministro Germán Garavano impulsa desde las distintas áreas del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos un ambicioso proyecto para reformar integralmente la Justicia Penal. Martín Casares es, en su rol de jefe de Gabinete del ministerio, quien hace el seguimiento integral de la reforma. “El principal reclamo de la gente con respecto a la Justicia en general y al fuero penal en particular es la duración de los procesos”, explicó. También subrayó que el hilo conductor de la reforma “es mejorar la respuesta del Estado frente a la comisión del delito”. Y destacó porqué la oralidad es uno de los ejes centrales de la reforma: “Cambia la dinámica de los procesos, porque dejan de ser escritos, genera que las decisiones se tomen en el marco de una audiencia oral y pública”.
-¿Cuál es el balance que realizan sobre el trabajo del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos desde el inicio de la nueva gestión hasta el día de hoy?
-El área que dirijo se llama Unidad General de Coordinación. Lo que buscamos, justamente, es que las áreas “hablen” más, que trabajen juntas: fortalecer y potenciar la capacidad de trabajo en equipo. Y esto se está dando con la reforma penal, que es una de las prioridades del ministro Germán Garavano, y obviamente de Justicia 2020. Se empezó de a poco: empezamos con algunas leyes muy específicas, pero que para nosotros instalaban cambios quirúrgicos pero estratégicos en la administración del sistema de Justicia Penal. Tenían por objetivo instalar innovación y hacer que la rueda de la reforma y del cambio organizacional del sistema penal comience a girar.
-¿Qué se tuvo en cuenta a la hora de pensar la reforma penal?
-Tuvimos en cuenta que si nosotros queríamos ir a un sistema acusatorio era muy importante empezar a trabajar algunos casos con oralidad. Es un norte hacia el que nosotros estamos yendo. Por otro lado, también tenemos el reclamo de la gente. El principal, respecto del sistema de justicia en general y del penal en particular, es la duración de los procesos: son muy largos. Entonces nosotros, teniendo la necesidad de ir un sistema acusatorio, pero también queriendo dar una respuesta a la gente, impulsamos junto al Ministerio de Seguridad los procesos de flagrancia que dan una respuesta rápida de una manera oral. Sirve para dar una respuesta a la gente y decir “así queremos que funcione el sistema”. Un sistema más ágil, más rápido, más informal. Informal versus burocrático, lo administrativo, imágenes del siglo XIX con las cuales la gente asocia a la Justicia en general: los expedientes cosidos a mano, papeles, las máquinas de escribir, excesivo formalismo. Todo eso, un proyecto quizás tan simple como el de flagrancia, lo empieza a atravesar.
-Mostrar otro sistema de justicia posible.
-Queremos mostrar un servicio de justicia que dé respuestas rápidas y concretas a las personas. Por eso la oralidad: mayor publicidad de las audiencias, que todos puedan entender lo que dicen los jueces y nos encamine hacia un sistema acusatorio. Esa fue una de las primeras reformas que hicimos. Estábamos proponiendo que la justicia penal ordinaria pase a la ciudad de Buenos Aires. Era importante unificar los fueros de Instrucción con el Correccional. En diciembre del año pasado, la Legislatura porteña aceptó el traspaso de otros 35 nuevos delitos, que son nuevos para la Ciudad pero que llevaba la Justicia Correccional. Si nosotros no hubiéramos hecho eso, iba a haber un fuero penal colapsado –el de Instrucción- y otro con poco trabajo, porque de a poquito se le fue pasando a la Ciudad. ¿Qué quiere decir esto? Que con otra reforma, que nosotros consideramos importante, y con los mismos recursos –porque no creamos más cargos, no dispusimos de más empleados y nuevos jueces-, unificamos dos fueros para que la carga de trabajo se compense y no tengas gente con poco trabajo y otra colapsada.
-¿Qué otras reformas operan en este mismo sentido?
-Otra de las iniciativas para agilizar los procesos fue que los tribunales orales que están compuestos por tres personas puedan resolver, en algunos casos, de forma unipersonal. Eso también aceleró los procesos. Nosotros asumimos la función con la mayor cantidad de vacantes en la historia, de jueces penales nacionales, de instrucción, en tribunales orales y en la justicia oral federal. Es muy importante que el Consejo de la Magistratura acompañe esto, porque si seguimos con la misma cantidad de vacantes, es un problema.
-¿Hay otros problemas?
-Estamos resolviendo el problema de la cantidad de detenidos. Si vos acelerás los procesos, agilizás la justicia y resolvés más rápido, crece la cantidad de detenidos también. Y si en los últimos 20/30 años no se construyó ninguna cárcel nueva, no se puede contener a esta nueva población penitenciaria. Por eso se está trabajando en ampliar las unidades existentes y la posibilidad de adecuar algunas instalaciones que el Poder Ejecutivo no usa para que se pueda tener el nivel de plazas y de alojamiento que va a necesitar este nuevo sistema penal, que de a poco está siendo más efectivo. Lamentablemente, que un proceso penal sea más efectivo implica que se apliquen más sanciones y condenas y que en muchos casos esto implique más gente en las cárceles.
-¿Hay algún aspecto más que abarque esta reforma de la justicia penal?
-Un abordaje en torno de esta reforma es la mirada y participación de la víctima. Salió el año pasado la nueva Ley de Víctimas, que implica una mayor participación en los procesos penales. Asesoramos e impulsamos con el bloque de Cambiemos en el Congreso, en colaboración con los bloques restantes, para llegar a la mejor ley posible. Y ahora la estamos implementando con el Centro de Atención a la Víctima de Delitos. Eso es acceso a la justicia.
-¿Cuál sería el hilo conductor de la reforma?
-El hilo conductor es mejorar la respuesta del Estado frente a la comisión del delito. A nosotros, desde el Ministerio de Justicia, nos corresponde trabajar en la etapa de la respuesta que tiene que dar el Estado. No tanto en prevención, que quizás le corresponde más a Seguridad y Desarrollo Social, con quienes también trabajamos de manera coordinada, sino ver cómo podemos mejorar la respuesta que da el Poder Judicial en las situaciones de delitos cometidos, como también a la investigación penal. Para que esas investigaciones sean más potentes y puedan llegar a un resultado concreto.
-¿Qué balance hacen de la implementación de la oralidad?
-Nos parece central. Es uno de los ejes centrales de la reforma. Cambia la dinámica de los procesos, porque dejan de ser escritos. Estos procesos escritos son muy formalistas y tienden a alargarse. Y las cosas no tienden a resolverse. Lo que hace la oralidad, no solo en sede penal sino también en civil, es que genera que las decisiones se tomen en el marco de una audiencia oral y pública. Esto apura la toma de decisiones, por un lado, agilizando el sistema, pero también acerca el juez a las partes. Hace que una persona que antes veía un abogado que le explicaba cosas que no entendía, ahora va a una audiencia, ve al juez, trata de entender y el juez tiene que hacer un esfuerzo, a su vez, porque esa persona entienda. Esa inmediación es fundamental: el contacto directo con la persona común que tiene un problema que lo aflige y que lo trae a un tercero imparcial que es un juez. Es fundamental también para reconstruir la confianza en el Poder Judicial que necesitamos.
-Hay desconfianza de mucha gente en los jueces y en el Poder Judicial.
-Sí, las últimas encuestas hablan de que entre el 65% y el 70% de la gente no confía en el sistema de Justicia y le parece que no son confiables los jueces. Esto lo que hace es acercar a la Justicia a las personas que lo necesitan, por un lado, y por el otro también da publicidad porque se puede observar cómo se resuelve un caso. Entonces, también da transparencia: corremos el velo de la cosa oscura. Eso es la oralidad: acercar la Justicia a la gente. Que se vea cómo trabaja un juez y cómo y por qué resuelve. Para una persona normal su problema no es un expediente, es algo concreto, una situación que quizás le molesta o no la deja dormir. Si a esa persona le resuelven el problema más rápido, si entiende cómo y por qué se resolvió de esa forma, esto va a generar una confianza y una relación distinta de la que actualmente existe. La gran mayoría de los jueces de todos los poderes judiciales del país son jueces idóneos, que trabajan mucho: bueno, eso hay que mostrarlo.