Los productores son un eslabón fundamental para el control de mosca de los frutos
El Programa Nacional de Control y Erradicación de Mosca de los Frutos realiza acciones de control para la plaga en distintas regiones del país, entre ellas en las provincias de Corrientes, Entre Ríos y San Juan.
Buenos Aires, 1° de octubre de 2018 - Naranjas, mandarinas y arándanos en el NEA y uva para consumo en fresco en San Juan: son las principales producciones en estas regiones bajo el Programa Nacional de Control y Erradicación de Mosca de los Frutos.
La mosca de los frutos es considerada una de las plagas de mayor importancia económica para la producción frutihortícola de la Argentina, debido a los daños que produce en la fruta y al impacto económico y social asociado.
El Programa Nacional de Control y Erradicación de Mosca de los Frutos (PROCEM) busca reducir este impacto socioeconómico desarrollando sus acciones sobre las plagas Ceratitis capitata (mosca del Mediterráneo) y Anastrepha fraterculus (mosca sudamericana).
El PROCEM se extiende en alrededor de 1 millón de hectáreas en distintas regiones del país y basa sus actividades en el Sistema Oficial de Detección compuesto por trampeo y muestreo de frutos.
En el caso de la provincia de San Juan, el Programa desarrolla sus acciones en los valles cultivados de Tulum, Ullum, Zonda, Jáchal, Iglesia y Calingasta y en el macizo frutícola del NEA, en los departamentos de Monte Caseros de Corrientes y Federación y Concordia de la provincia de Entre Ríos. En dichas áreas, la plaga se encuentra presente por lo que es necesario realizar acciones de control para disminuir su impacto socioeconómico.
Para controlar esta plaga resulta clave que los productores de estas regiones desarrollen su producción realizando las acciones de control cultural, control químico y trampeo masivo.
Por un lado, el control cultural consiste en realizar la recolección de frutos caídos y del total de los remanentes de cosecha con una frecuencia semanal, para su posterior destrucción. Los frutos deben ser enterrados a una profundidad no menor a 30 centímetros y cubrirlos con cal viva.
Por otro lado, el control químico implica aplicar tratamientos químicos con productos insecticidas registrados y específicos para la plaga, respetando la dosis, frecuencia, forma de aplicación, acción residual y tiempos de carencia, de acuerdo a la recomendación del marbete y con la correcta calibración de maquinarias.
Por último, el trampeo masivo radica en colocar en los frutales botellas plásticas que contengan atrayentes alimenticios (ej: vinagre de manzana o de vino, fosfato diamónico) o trampas comerciales cebadas con atrayentes específicos para mosca de los frutos.
Es probable que se conozca poco sobre la plaga, las consecuencias de su dispersión y las medidas necesarias para controlarla. Por eso, resulta esencial que desde el control y la colaboración, los productores puedan sumarse a una estrategia común con los organismos que ejecutan el PROCEM a nivel local para obtener beneficios tales como: reducción de pérdidas, mejora en la calidad de la fruta y acceso a nuevos mercados.
Con el fin de cuidar e impulsar a las producciones frutihortícolas de nuestro país, controlar esta plaga es fundamental para mejorar la calidad y cantidad de producción en las áreas comprendidas por el PROCEM. Los productores tienen un rol clave en este sentido y su compromiso con estas tareas de control es muy importante.