Presidencia de la Nación

El rompecabezas

Alejandro Jasinski reflexiona sobre la documentación del Ministerio de Trabajo de la Nación.


Alejandro Jasinski

Historiador

El 31 de mayo de 1963 fue un día viernes. A las 19 horas, una treintena de trabajadores de las cinco líneas del subte porteño se reunieron en un local en la calle Humahuaca al 4072 y luego de dos horas y media de charla y debate, dieron por fundada su “asociación gremial autónoma, que los agrupe por la índole de su trabajo, para la defensa de sus derechos laborales”. La nueva entidad se llamó Sindicato Unido de los Subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires (SUSBA) y era vista como la posibilidad de organizarse por primera vez por fuera de la organización de los trabajadores del transporte automotor, la poderosa UTA.

Eran tiempos difíciles. El gobierno tutelado de José María Guido, los cambios en la CGT y la preparación de los Planes de Lucha, la ratificación del decreto 4.161 de la dictadura de 1955 que prohibía nombrar al peronismo, la creación de un foco guerrillero en Salta y la ilegítima elección –por la proscripción del peronismo- y posterior asunción de Arturo Illia a la presidencia del país.

En aquel encuentro de viernes por la tarde, se eligieron los integrantes de la comisión directiva provisoria, se establecieron principios de organización y se puso fecha para una próxima asamblea obrera, donde se discutirían punto por punto el extenso estatuto de la nueva entidad. Esto último sucedió en septiembre y allí se mandató a la comisión directiva y al abogado asesor la inscripción ante el Ministerio de Trabajo.

Desde aquella fecha y por un lapso de veinte años, por esta experiencia histórica fundante de los entonces más de 4 mil trabajadores del subte para organizarse independientemente de la actividad del transporte automotor, el Ministerio de Trabajo fue receptor de argumentadas e historiadas peticiones para que se brindara a la nueva entidad no solo la inscripción gremial, que le fue otorgada de inmediato, sino la personería gremial, que hasta hoy le es negada.

Durante más de tres años, revisé en el Archivo Intermedio del AGN unas 200 cajas azules de Expedientes Generales del Ministerio de Trabajo de la Nación. Carpeta por carpeta, este fondo es tan rico como inexplorado. Los dos gruesos fajos documentales que dan cuenta de aquella primigenia disputa gremial en el subte porteño son sólo un ejemplo, como lo es también el documento que ha elegido la colega Silvia Nassif sobre los trabajadores azucareros de Tucumán para este homenaje bicentenario.


Archivo General de la Nación, fondo Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Signatura: AR-AGN-MTSS01-ME-EG-3702

¿De qué se trata este fondo? El AGN ha recibido al finalizar la década del 2000, laudos arbitrales, procesos de elaboración de convenios colectivos, archivos del tribunal de trabajo doméstico, fichas de trabajadores a domicilio y de la policía de trabajo y expedientes generales, documentación toda del Ministerio de Trabajo, en particular de su Dirección Nacional de Relaciones del Trabajo, cuya guarda se encontraba tercerizada en archivos privados. Los expedientes generales son mayoritariamente documentos producidos entre las décadas de 1960 y 1990 y pertenecen a situaciones que excedieron las posibilidades de las regionales del Ministerio de cerrar conflictos o que se iniciaron directamente en las oficinas centrales. Las “Regionales” son lugares que existen todavía como depósitos de documentos en algunas localidades del país.

Como su nombre lo indica, estos expedientes generales son “generales”: desde la demanda de un obrero por un despido, el arreglo de una indemnización, la denuncia de una empresa por un paro o medida de fuerza, una carta personal al ministro, la queja de una seccional sindical por manejos ilegales de la conducción nacional o la disputa entre sindicatos por el “encuadre”.

Este fondo es, en su quilombo, como un rompecabezas cuando abrimos por primera vez la caja y vemos sus fichas todas desordenadas. Pero puede ser uno o varios rompecabezas. Con paciencia, este fondo puede permitir al investigador reconstruir muchas historias, parciales y recortadas en sí mismas como experiencias obreras particulares, pero también ofrecer elementos para reconstruir lógicas sobre el funcionamiento del aparato estatal en determinadas coyunturas históricas o encontrar un dato trascendente para un juicio de lesa humanidad por represión a trabajadores con responsabilidad empresarial, es decir, dar con una pieza clave para una historia mayor.

La pregunta es, siempre, más allá de los esfuerzos individuales, por las políticas públicas que garanticen a los archivos mayores recursos a la medida de estas importantes necesidades.

Para Inspiraciones: pensamientos desde archivos. Bicentenario del Archivo General de la Nación.


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