Presidencia de la Nación

Ataditos de dólares

Mariana Luzzi reflexiona sobre las prácticas financieras en nuestro país y sus sujetos a partir de un registro fotográfico.


Mariana Luzzi

Socióloga

Una mujer mayor controla, la mirada fija en la hoja colocada en el carro de la máquina de escribir, lo que transcribe un empleado. Lleva un saco estampado y el pelo canoso recogido en la nuca; los anteojos de marco grande y cuadrado son el único adorno visible. A su izquierda, una mujer más baja, quizás algo menor en edad, espera su turno abrazada a su cartera, que apoya en el mostrador. Hay un rictus de preocupación en su cara, a medias tapada por una de sus manos mientras mira algo que, fuera de cuadro, hace una tercera mujer, de la que solo vemos una mano que sostiene una billetera. Detrás de ellas, entre el público numeroso, asoma el rostro de una señora que se esfuerza por “cogotear” entre los hombros de quienes tiene delante; parece conversar con otras dos, que se ubican a sus costados. En el otro extremo de la imagen, dos mujeres de edad similar se dirigen probablemente a otro empleado (que no vemos); una de ellas tiene el codo apoyado en el mostrador y la mano en la sien, en un gesto que bien podría ser de inquietud o nerviosismo (o de ambos).

La foto fue tomada en una casa de cambio de la City porteña el 20 de marzo de 1981. Ese día, una circular del Banco Central había establecido que toda persona que demandara dólares debía completar un formulario donde especificara su nombre, domicilio y motivo de la compra, que las agencias de cambio debían remitir al final del día al organismo regulador. El objetivo de la medida era reducir la demanda de la divisa norteamericana, que no cesaba de aumentar desde febrero de ese año. Se preparaba la salida del primer ministro de Economía de la dictadura y la City era todo rumores y especulación.

La prensa destacaba el “clima de nerviosidad” que se vivía en la calle y la revitalización del mercado paralelo provocada por la implementación de los formularios, que eran vividos como un control de cambios de hecho.

En términos generales, la escena no es diferente de muchas otras registradas por los reporteros gráficos desde la década de 1960. Sin embargo, hay aquí una novedad: aunque abundan los hombres de traje, el público de la foto no está -como en el pasado- compuesto exclusivamente por oficinistas. En primer plano están las mujeres, que además responden a un perfil etario singular.

Los periodistas las incluyen en sus crónicas. En Ámbito financiero se habla de “señoras confundidas [que] se preguntaban el por qué de tanto alboroto, mientras alguna anciana con un atadito de dólares se paseaba veleidosa ante las ofertas más pobres.”

Después de dos décadas de sobresaltos monetarios, la compra y venta de dólares había dejado de ser un negocio de entendidos. La divisa llegaba a la economía de los hogares y, con ello, las señoras desembarcaban en la City.


“Un empleado de una casa de cambio confecciona una planilla de declaración jurada que, a partir de hoy, deben llenar todos aquellos que deseen adquirir dólares. - La nueva disposición provocó grandes aglomeraciones en las casas cambiarias. Buenos Aires, 1981. Fot: Daniel García. Archivo General de la Nación, Fondo Cronista Comercial – Tiempo Argentino. Signatura: AR-AGN-ECC01-4482-175621

Concebidas con otro fin (ilustrar la cobertura diaria del mercado de cambios para la prensa gráfica) estas fotos que el AGN conserva nos brindan un material riquísimo para indagar la historia del dólar en la Argentina, pero también, más en general, la historia de las prácticas financieras de los hogares en nuestro país. ¿Cómo fueron cambiando a lo largo de la historia las prácticas de ahorro e inversión de las familias argentinas? ¿Qué instituciones y qué dispositivos moldearon y fueron capaces de canalizar el ahorro de los hogares? ¿Qué rol tuvieron las políticas públicas y los agentes del mercado en cada momento?

La naturaleza del negocio cambiario hace que resulte muy difícil reconstruir perfiles de clientes y sus transformaciones a lo largo del tiempo: en general no hay registros de las transacciones que permitan identificar características socio-ocupacionales de quienes participan del mercado. Las imágenes producidas por el periodismo gráfico en distintas épocas nos ayudan a colmar esa escasez de fuentes escritas: no nos dicen cuántos fueron los clientes ni cuál el volumen de las operaciones, pero nos permiten registrar esos cambios lentos y sutiles que las preguntas centradas en “los movimientos del mercado” suelen desdeñar: quiénes son las y los actores que le ponen el cuerpo (y las emociones) a los números de las estadísticas.

Reconstruir sus prácticas resulta fundamental para comprender las maneras en que el mundo de las finanzas y la economía de las familias se fueron entrelazando a lo largo del tiempo. Un tipo de investigación que, en tiempos de preocupación oficial por la inclusión financiera de la población, tiene mucho para decirnos.

Para Inspiraciones: pensamientos desde archivos. Bicentenario del Archivo General de la Nación.


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