Volcanes
La palabra volcán proviene de Vulcano, nombre mitológico romano del dios del fuego.
Un volcán constituye una estructura geológica por la que emerge el magma (roca fundida) en forma de lava, cenizas volcánicas y gases del interior de la Tierra. El ascenso ocurre generalmente en episodios de actividad denominados erupciones, los que pueden variar en intensidad, duración y frecuencia, desde suaves corrientes de lava hasta explosiones extremadamente violentas y destructivas.
Unos 1.900 volcanes se consideran activos en la Tierra lo que significa que muestran algún nivel de actividad y es posible que vuelvan a explotar. Muchos otros volcanes se consideran durmientes y no muestran síntomas de volver a erupcionar, pero es probable que vuelvan a estar activos en el futuro. Otros se consideran extinguidos.
Aproximadamente el 90% de todos los volcanes se sitúa dentro del Cinturón de Fuego del Pacífico (Figura 1).
La ciencia que estudia los volcanes se denomina Vulcanismo, su objetivo básico radica en la observación y el estudio de los materiales presentes en la corteza terrestre, tratando de encontrar una comunicación, una vía directa, entre la superficie y la litosfera terrestre, por lo tanto el volcán es el único punto de contacto que pone en comunicación directa la superficie de la Tierra con su interior, es decir, es el único medio para observar y estudiar las rocas magmáticas, que constituyen el 80 % de la corteza terrestre sólida.
Estructura básica de un volcán
La Figura 2 ilustra un corte transversal de un volcán durante una erupción. El conducto que comunica el volcán con las profundidades generalmente forma un reservorio de magma en el interior de la corteza sólida, llamado cámara magmática El conducto que comunica esta cámara con la superficie se denomina chimenea, donde se encuentra el cráter o caldera.
Comenzando por el fondo, el magma asciende por uno o más conductos a través de los estratos o capas de roca hasta llegar a la superficie. Si bien la mayor parte del magma alcanza la cima del volcán y sale por la chimenea central, parte puede subir por otros conductos y salir por un flanco del volcán, llamados cráteres secundarios o adventicios. Es posible que otra parte del magma no llegue nunca a la superficie sino que penetre los estratos lateralmente. El magma asciende por varias fisuras; en algunos lugares deforma las capas de roca y en otros alcanza los orificios superiores del volcán.
Durante la erupción el volcán puede expulsar gases, cenizas, lava y rocas de diferentes tamaños, que pueden trasladarse a varios kilómetros de distancia.
Cuando sucede una erupción, el magma generalmente se acumula en el cráter hasta desbordarse, formándose ríos y cuevas de magma que pueden fluir y recorrer distancias de varias decenas de kilómetros, hasta solidificarse. Durante algunas erupciones, según las fuerzas de las mismas, también pueden ocurrir algunos eventos sísmicos.
La presión del magma, junto al material acumulado de anteriores erupciones, suelen formar una montaña cónica en la superficie que puede alcanzar una altura variable de unas centenas de metros hasta varios kilómetros.
Algunos volcanes, después de sufrir erupciones grandes, se colapsan formando enormes depresiones en sus cimas que superan el kilómetro de diámetro. Estas estructuras reciben el nombre de calderas y son capaces de acumular agua pluvial.
Teniendo en consideración la frecuencia de la actividad eruptiva, los volcanes se pueden clasificar en tres tipos:
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Volcanes activos
Los volcanes activos son aquellos que entran en actividad eruptiva. La mayoría de los volcanes ocasionalmente entran en actividad, permaneciendo posteriormente en reposo la mayor parte del tiempo. Solo unos pocos están en erupción continua. El período de actividad eruptiva puede durar desde una hora hasta varios años. Los intervalos de calma entre erupciones pueden durar meses, décadas y en ocasiones hasta siglos. Sin embargo, no se ha descubierto aún un método seguro para predecir las erupciones. Un volcán se considera activo si su última erupción se produjo con anterioridad a los 25.000 años. -
Volcanes durmientes
Los volcanes durmientes son aquellos que mantienen ciertos signos de actividad, como son las aguas termales, y han entrado en actividad esporádicamente. Dentro de esta categoría suelen incluirse las fumarolas y los volcanes con largos períodos de inactividad entre erupción. -
Volcanes extintos
Los volcanes extintos son aquellos que estuvieron en actividad en períodos muy lejanos y no muestran indicios de que puedan reactivarse en el futuro. Son muy numerosos, y en muy raras ocasiones pueden reactivarse nuevamente; estos volcanes generalmente han dejado de mostrar actividad desde hace muchos siglos antes de ser considerados extintos.
Actividad volcánica
La actividad volcánica, es el producto de la expulsión de materiales (sólidos, gaseosos y líquidos) del interior del planeta y que suelen estar a elevadas temperaturas.
En una erupción volcánica pueden suceder los siguientes fenómenos:
Flujo de Lava
Los flujos de lava se producen por el derrame de roca fundida que emite el volcán. Los flujos de lava rara vez ocasionan víctimas ya que normalmente descienden muy lento. La trayectoria y la velocidad dependen de la topografía local (pendiente), así como de la cantidad y viscosidad de la lava.
Gases
El magma contiene gases disueltos que son liberados por las erupciones hacia la atmósfera siendo regularmente tóxicos y peligrosos para la vida vegetal y animal.
En ocasiones las gotas de lluvia al mezclarse con los gases adheridos a las cenizas pueden causar la lluvia ácida, la cual es perjudicial para las personas, la vegetación y estructuras metálicas.
Lluvia de Piroclástos
La erupción volcánica expulsa por el aire en forma explosiva o por medio de una columna de gases, pedazos de lava o roca que, de acuerdo con su tamaño, pueden considerarse como cenizas, arenas, bloques o bombas. Estos pedazos se llaman piroclástos y pueden ser incandescentes, es decir encontrarse al "rojo vivo".
Los piroclástos más pesados caen rápidamente y se depositan cerca del cráter, otros de menor diámetro caen un poco más lejos. La ceniza y la arena son arrastradas por el viento a mayores distancias. A veces, los piroclástos que caen cerca del cráter pueden producir incendios forestales, y la caída de ceniza puede cubrir las tierras dedicadas a la agricultura, cubrir los tejados y hasta derrumbarlos, destruir las cosechas o impedir las siembras temporalmente.
Tefra volcánica
Tefra (del griego "ceniza") es el nombre genérico para cualquier fragmento sólido de material volcánico. Consiste en una extensa variedad de partículas de roca volcánica, incluyendo cristales de distintos minerales, rocas de todo tipo y tamaño, piedra pómez, etc.
En erupciones violentas, la tefra puede ser llevada a las altas capas de la atmósfera siendo transportada por el viento y depositándose a miles de kilómetros.
La tefra puede variar en tamaño desde menos 2 mm, a más de 1 metro de diámetro.
Cuando la tefra se deposita y queda enterrada, se endurece posteriormente, y se convierta en una roca llamada toba.
La tefra se puede diferenciar en tres tamaños principales: cenizas, lapilli, y bombas y bloques volcánicos.
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Cenizas volcánicas
La ceniza volcánica está formada por roca, minerales y fragmentos de vidrio volcánico de tamaño inferior a 2 mm (0,1 pulgadas) de diámetro, y puede llegar a ser extremadamente pequeña, de menos de 0,025 mm de diámetro.
La ceniza volcánica es dura, muy abrasiva, no se disuelve en agua, es ligeramente corrosiva, y es conductora de la electricidad, especialmente cuando está mojada.
Después de la erupción, la expansión del vapor y otros gases volcánicos, eleva la ceniza caliente, formando una columna eruptiva directamente encima del volcán. -
Lapillis
La palabra lapilli proviene del italiano que significa "piedras pequeñas". Son fragmentos de roca de entre 2 y 64 mm, de composición basáltica, expulsados durante la erupción volcánica.
- Bloques y Bombas volcánicas
Los bloques y bombas volcánicas constituyen el mayor tamaño del material expulsado al aire por un volcán durante una erupción explosiva; son fragmentos de roca sólida superior a 64 mm (2,5 pulgadas) de diámetro.
Un bloque volcánico consiste, comúnmente, en piezas solidificadas de erupciones anteriores que forman parte del cono del volcán y que son expulsadas durante una posterior erupción explosiva.
Por otra parte las bombas volcánicas, a diferencia de los bloques volcánicos, son fragmentos de lava que fueron expulsados mientras estaban viscosos (parcialmente fundidos). Por su condición plástica, adquieren diferentes formas aerodinámicas durante su trayectoria por el aire.
Las bombas, incluso, pueden ser muy grandes, la erupción de 1935 del Monte Asama en Japón expulsó bombas de 5 a 6 m de diámetro, a una distancia de hasta 600 m del cráter.
Flujos de Piroclástos
Son fragmentos de rocas calientes de muy diversos tamaños y envueltos en gases que pueden desplazarse como un fluido por las laderas de los volcanes. Pueden alcanzar temperaturas de varios cientos de grados y velocidades entre los 50 y 150 Km/h dependiendo de la topografía, volumen del material y cercanía del punto de emisión.
Los flujos piroclásticos son los productos volcánicos más destructivos y mortales ya que arrasan lo que encuentran a su paso, incluidas construcciones o cualquier forma de vida debido especialmente a su fuerza y altas temperaturas.
Avalanchas de lodo y rocas (Lahares)
Son flujos compuestos de fragmentos de rocas, cenizas, sedimentos y gran cantidad de agua lo que hace que fluya rápidamente pendiente abajo debido a la gran capacidad de arrastre que posee ésta.
El agua resultante arrastra suelos, vegetación, rocas y todos los objetos que se encuentran a su paso, formando ríos de lodo y piedras. En ciertos casos han enterrado a poblaciones o modificado el cauce de grandes ríos.
Hay volcanes que durante el periodo de reposo se han convertidos en lagos o cubiertos de nieve; al recobrar su actividad, la nieve se derrite y el agua mezclada con cenizas, sedimentos y fragmentos de rocas provocando avalanchas de barro, con un enorme poder destructivo.
A menudo toman el camino de los valles del río, arrasando todo a su paso.
Tormentas Eléctricas
Los gases y vapores que eructa el volcán favorecen que el aire pueda conducir electricidad, producida en las nubes, originando una gran cantidad de rayos y relámpagos cercanos al volcán. Además, facilita la formación de fuertes aguaceros que pueden originar algunos derrumbes en las cercanías.
Temblores
Los volcanes producen temblores que se sienten solo en las cercanías del cráter, y se deben a movimientos internos del magma en las profundidades, a desgasificaciones, etc.
Bibliografía
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National Geographic-Volcanes
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USGS-Otras estructuras volcanicas
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USGS-TILLING Robert I. “Volcanoes”. 1997
Volcano Discovery