Biografía y algo más
Hijo de Vicente Sabato y Brígida Condron, Jorge Sabato nació el 4 de junio de 1924 en Rojas, provincia de Buenos Aires. Su papá era hermano del físico y escritor Ernesto Sabato. Su mamá murió cuando él era chico y lo criaron su abuela y sus tías maternas, de origen irlandés. Como era algo rubio lo llamaban el “alemán” o por la apócope “Man”. También le decían Jorjón.
En 1942, Sabato se recibió de maestro en la Escuela Normal de Quilmes. Después estudió Profesorado de Física y se graduó en 1947 en el instituto que después se llamaría Joaquín V. González. Allí conoció a su esposa, Lydia Añez, con quien tuvo tres hijas: Hilda, Alicia y Celia.
Sabato daba clases en la Escuela Técnica Raggio, dependiente de la entonces Municipalidad porteña. En 1952, publicó junto al físico Alberto Maiztegui el libro Introducción a la Física, tomo I y II, de Editorial Kapelusz, que se usó en escuelas secundarias durante medio siglo.
Sabato también trabajaba como periodista free lance. Firmaba como Bernard Fox, Julio Egart o Alberto Condron y sus artículos salían en los diarios Crítica y La Prensa y en las revistas Qué Sucedió en Siete Días y Vea y Lea.
En 1952, se hizo cargo de la dirección del Laboratorio de Investigaciones de la empresa metalúrgica Guillermo Decker S.A. En el libro “Sabato en CNEA”, su amigo y colaborador Carlos Martínez Vidal reveló que, en ese laboratorio, Jorge “probó exitosamente una idea, la de aprender haciendo”.
El propio Sabato reconocía: “Yo era absoluta, total y enciclopédicamente ignorante. No distinguía un pedazo de cobre de uno de latón o bronce”. Aun así, fundó la metalurgia moderna en un país donde no existía. Una metalurgia alimentada por los conocimientos científicos aportados por la Física.
En 1954, se fue de Decker y junto a Luis Boschi creó la empresa Investigaciones Metalúrgicas (IMET), dedicada a brindar asesoramiento para la industria metalúrgica y metalmecánica. En diciembre de ese año, su firma fue contratada por la CNEA a prueba por seis meses para que instalara un laboratorio de metalurgia específico para los requerimientos de los reactores nucleares.
Concluida la Segunda Guerra Mundial, el uso con fines pacíficos de la energía nuclear planteó problemas nuevos cuya resolución era urgente si se quería aplicar en un tiempo razonable la tecnología nuclear. Había muy poca información sobre los metales y compuestos con los que se tenía que trabajar: uranio, óxido de uranio, berilio, zirconio, plutonio. Sus propiedades eran poco conocidas y en algunos casos sorprendentes”, explica el doctor en Química José Rodolfo Galvele en su libro “Jorge Sabato, creador de la metalurgia en CNEA.
Sabato puso como objetivo que su laboratorio fuera el mejor de Latinoamérica. Además, buscó que sirviera para solucionar los problemas metalúrgicos de la industria y del país. Así nació el Departamento de Metalurgia de la CNEA, como se lo llamó más adelante.
Entre los integrantes de este laboratorio estaban el ingeniero aeronáutico Heraldo Biloni; los licenciados en Química Antonio Carrea, Jorge Coll y Juan Carlos De Primio, los ingenieros químicos Nelly Ambrosi, César Libanati, Jorge Kittl y Jorge Mazza, el estudiante de Química Carlos Aráoz, el ingeniero civil Arnoldo Leyt y los ingenieros electromecánicos Carlos Martínez Vidal y Oscar Wortman. Después se los conocería como “Los 12 Apóstoles de Sabato”. Ninguno tenía conocimientos sobre metalurgia moderna, por lo que fueron enviados a formarse en el exterior.
“En las universidades se estudiaba la metalurgia convencional: fundición, laminación, los altos hornos para producir acero. En nuestro país no existía la física metalúrgica como especialidad. Sabato sí sabía de su existencia y tenía contactos, así que empezó a organizar cursos”, recuerda el doctor en Química Carlos Aráoz, quien ingresó a la CNEA y al laboratorio en 1956.
Cuando en 1955 se creó el Instituto de Física de Bariloche, hoy Balseiro, Sabato insistió en que una de sus especialidades fuera la Física de Metales. Tres años después se recibieron las primeras camadas, que fueron integrándose al Departamento de Metalurgia. En 1956, además, la CNEA organizó el primer curso de posgrado en Metalurgia, dictado por tres eminencias: los doctores Robert Cahn (Inglaterra), Pierre Lacombe (Francia) y Erich Gebhardt (Alemania).
“Sabato era un peleador para llevar adelante las ideas. No era un científico. No hacía ciencia: dirigía ciencia y tecnología. Están los ideólogos, los estrategas y los hacedores. Sabato era un ideólogo y un estratega”, subraya Aráoz.
Su tío Ernesto Sabato definió así a Jorge: “Además de su extraordinario talento científico, el Man era un gran lector, un verdadero humanista, que disimulaba con un lenguaje callejero que le gustaba propinar a los pedantes. Era un transgresor, un tipo provocativo, pero no por agresivo, sino de su puro sentido negro del humor. De ahí su eterna campera, que usaba para todo… Por supuesto, despertaba el escándalo, cosa que lo divertía enormemente”.