Presidencia de la Nación

Grupo socio terapéutico de personas con amputación “Corazones Valientes”

Autoras: Chironda Rocío, Peralta Romina


Chironda Rocío
Peralta Romina
Instituto Nacional de Rehabilitación Psicofísica del Sur, Dr. Juan Otimio Tesone
(I.Na.Re.P.S), ciudad de Mar del Plata.

Abstract

La presente reseña busca socializar la experiencia del grupo socio terapéutico de personas amputadas “Corazones Valientes”, que se desarrolla en el Instituto Nacional de Rehabilitación Psicofísica del Sur, Dr. Juan Otimio Tesone (I.Na.Re.P.S), ciudad de Mar del Plata. El grupo es un aspecto fundamental del tratamiento de rehabilitación, ya que incide de manera directa en el acceso a la salud integral de las personas con discapacidad. Por ello, propiciar este tipo de práctica de socialización aporta al desenvolvimiento con autonomía, a la salud mental y al fortalecimiento del lazo social. Esta experiencia en particular generó una fuerte identidad grupal y relaciones solidarias entre los participantes. A partir de la mirada disciplinar del trabajo social, se desarrollan algunas líneas analíticas basadas en la experiencia, atravesadas por la cuestión de género y sobre el concepto de envejecimiento activo. La observación de efectos socio terapéuticos positivos motiva en las autoras el interés por el trabajo en y con grupos.

Fotografía de una persona con discapacidad motora en la terraza de un espacio urbano.

“Aún en nuestra situación que nos falta algo de nuestro cuerpo también podemos”

Rosa

El presente escrito surge de la participación del Grupo socio terapéutico de personas con amputación “Corazones Valientes”, llevada a cabo durante el 20 de octubre del 2022 y el 16 de marzo del 2023, en el I.Na.Re.P.S. En el marco de las rotaciones de primer año de las residencias en salud de Trabajo Social.

Es menester mencionar que, la creación del grupo fue impulsada por los Servicios de Psicología y Trabajo Social, con la finalidad principal de generar un espacio de encuentro y escucha entre pacientes, que por diferentes circunstancias sufrieron una amputación en sus miembros inferiores. Así como también, en segundo lugar, con el fin de brindar un espacio de acompañamiento y escucha activa desde las disciplinas ante los diferentes emergentes que se presentan en cada encuentro.

Las personas que participan del grupo son pacientes de la institución que se encuentran en distintos momentos del proceso de rehabilitación, dado que algunos ya tienen su prótesis, otros se encuentran a la espera y hay quienes no dispondrán de la misma de acuerdo a su cuadro de salud. En consecuencia, al grupo lo conforman un heterogéneo conjunto de personas atravesadas por singulares estados de salud, situación económica y social. No obstante, los convoca en común a participar del grupo el encuentro con un otro, ese otro que para ellos al igual que uno mismo sufrió una amputación de sus miembros inferiores.

Desarrollo del encuentro con los corazones valientes

Cada encuentro se efectúa por las profesionales bajo la intervención socio terapéutica, entendiendo a la misma como aquella que “va dirigida a mejorar las vivencias y la participación social de una persona, lo cual implica un desarrollo de las capacidades personales para enfrentarse consigo mismo y con el entorno” (Rossell Poch, 1998; p.112). En cada uno de los encuentros, el grupo relata sus vivencias personales, experiencias con relación al acceso a sus derechos en salud y los cambios significativos en su vida cotidiana.

Dichos encuentros son semanales y comienzan con la llegada de los participantes, quienes se acomodan en una ronda integrada también por las profesionales. En un primer momento, se suele dar de manera espontánea una conversación entre algunos o todos los integrantes sobre temas de interés general, cuestiones que hayan sucedido durante la semana o aspectos de la vida cotidiana, el cual se denomina caldeamiento. El mismo, sucede a modo de entrada en calor hasta que aparecen los emergentes que guían el intercambio del encuentro. Así cada reunión es única y sin pauta previa, aunque las profesionales intervinientes suelen retomar algunas preguntas a modo de orientar el diálogo.

La forma de llevar adelante los encuentros condice con una de las técnicas de grupo no directivas desarrollada por la autora ya mencionada, Rosell Poch (1998). Las mismas son las que: a) permiten la expresión libre y creativa del grupo, b) el profesional conduce el grupo a partir de los fenómenos y de los contenidos que éste produce, c) no debe confundirse este abordaje técnico con la pasividad o con la posición “laíssez faire’ del trabajador social.

En consecuencia, esta técnica permite que las personas no solo se expresen con libertad, sino también que se sientan escuchadas y sean los protagonistas del encuentro. Además, dicha técnica se adecúa al objetivo del espacio socio terapéutico que, se vale de los emergentes que surgen únicamente al interior del grupo, y no de cuestiones que los participantes decidan no traer al encuentro.

Participantes: la cuestión de género y el envejecimiento activo

El grupo se conforma por alrededor de quince a veinte participantes quienes asisten al encuentro de forma regular. La mayoría de los asistentes residen en la ciudad de Mar del Plata (donde se encuentra emplazada la institución), y uno de ellos viaja desde una localidad aledaña a participar del grupo como parte de su tratamiento de rehabilitación.

Tal como se mencionó anteriormente, el grupo se desarrolla en I.Na.Re.P.S, que es un establecimiento público, parte del tercer nivel de atención de salud que brinda tratamiento de rehabilitación integral a personas con o sin cobertura social que hayan sufrido una circunstancia de salud, causante de discapacidad psicomotora. Las personas con amputación poseen un equipo específico de atención dentro de la institución conformado por las siguientes profesiones: Fisiatría, Trabajo Social, Psicología, Terapia Ocupacional, Kinesiología/Terapia Física y Ortesis y Prótesis. El ingreso a la institución se realiza mediante derivación médica del segundo nivel y, luego dicho equipo evalúa de manera conjunta a fin de orientar y/o brindar tratamiento.

Según la Guía de Atención de pacientes amputados “El 90% de los amputados de la extremidad inferior es mayor de 70 años, la mayoría se debe a arteriosclerosis y a complicaciones de diabetes” (Rodeiro, 2018). Esta cuestión de grupo etario se condice también con la participación en el espacio socio terapéutico. Así, la mayoría de quienes asisten semanalmente son personas mayores. Es importante considerar que la sociedad capitalista, entiende el productivismo como un fin en sí mismo, y discrimina a las personas mayores ya que no cumplen este mandato. Desde una lectura feminista se entiende que la división sexual del trabajo produce la valoración de ciertas dimensiones de la producción y reproducción y no de otras. Esto quiere decir que socialmente se le da valor -económico, social, simbólico- a ciertas actividades productivas y no a otras que, aunque también lo son, como están vinculadas al mundo femenino y doméstico, se asocian a la naturaleza y no tienen el mismo peso a la hora de pensarlas dentro del mundo de la producción. Las personas mayores no producen en términos capitalistas y patriarcales, aunque sí cumplen un rol de gran importancia en la sociedad.

Muchas de ellas cuidan y crían a las infancias, es decir que son imprescindibles para la reproducción de la sociedad. Además, por sus años vividos son parte de la memoria colectiva de un pueblo. La etapa de las vejeces es una más del ciclo vital y cómo se trata a dicho grupo social habla de los valores sociales.

En relación a esto, se puede realizar dos observaciones. Por un lado, cómo la amputación afecta de manera diferencial a estas mujeres y varones que además pertenecen a cierta generación, donde la división sexual del trabajo era más rígida aún. Así, el varón -como sujeto político- ve afectado su rol como proveedor del hogar al no poder cumplir con el mandato del trabajo remunerado, vinculado con habilidades físicas que ya no puede abordar con su nueva realidad funcional. Al contrario, la mujer puede sostener su rol doméstico ya que cumple con dichas actividades asociadas al mundo femenino y de la reproducción.

Por otra parte, algo llamativo para las profesionales intervinientes, fue la cuestión de que se produjo cierta postura normativa por parte de las mujeres que referían esta actitud positiva frente al evento discapacitante. Así parecía que no se podía escuchar la angustia que generaba en los varones este corrimiento del lugar esperado del “macho proveedor”. Esta cuestión tiene diversas aristas de análisis. Por un lado, la cuestión particular de que la participante portavoz del grupo femenino hace años que tuvo su amputación, por lo que el momento del duelo respecto a su nueva realidad funcional es diferente al de quien traía la voz de los varones, que hacía poco tiempo que había perdido su miembro: “hace doce años que me amputaron el pie y sigo viviendo bien”. Por otro lado, se pudo observar algo del “imperativo de la felicidad”, propio del neoliberalismo en el discurso que niega la tristeza, asociado a algo exclusivamente negativo que intenta negar su existencia. Por último, es menester preguntarse si la propia condición de género no reprime a las mujeres en su posibilidad de expresión de sentimientos considerados negativos frente a situaciones adversas.

Al volver sobre la cuestión etaria, partimos de la base del llamado envejecimiento activo que considera fundamental la inclusión de las personas mayores en actividades de participación social que, aumenten su calidad de vida. Dado que se trata de envejecer sin dejar de participar socialmente, siendo lo más productivos posibles, con el fin de preservar la capacidad funcional y la integración social.

Sumado al aspecto generacional y según es referido en el grupo, la nueva realidad funcional, a partir de la amputación produce una modificación en el tiempo que conlleva realizar las actividades de la vida diaria. En el espacio resonaban frases como “lo que antes hacía en un segundo, hoy lo puedo hacer pero me lleva mucho tiempo”. Más allá de la adaptación individual al cambio, se entiende que esta preocupación parte de la base de lo mencionado anteriormente del deber ser del productivismo actual. Incluso en el último tiempo, con la aparición de tecnologías digitales y de las conexiones virtuales, la multifuncionalidad de los sujetos se transformó en moneda corriente y una forma de acumulación del capital.

Algunas nociones necesarias: grupo, grupalidad, proceso grupal

“(...) A todo esto, algún lector se puede preguntar con toda legitimidad: ¿por qué este fervor por el trabajo con y en grupos? Porque el grupo es el espacio donde emerge y se construye el sujeto. [...] Porque es el espacio para la reflexión, para la cooperación solidaria, para vivir experiencias intersubjetivas, para la acción creativa. Porque el grupo es el lugar para liberar la palabra y el cuerpo. Porque por el grupo se transita la participación social, y con ella el sentido que le damos a la vida.”
Kisnerman Natalio en Dell’Anno y Teuba (2012)
“Resignificando lo grupal en el Trabajo Social”

Es importante retomar algunos aspectos teóricos que permitan pensar estos espacios desde el campo profesional.

Se entiende al grupo como uno de los dispositivos de intervención del trabajo social: “recurso técnico-profesional, en general disciplinar, que favorece la formación de un agrupamiento, tratando de generar un ambiente propicio para el intercambio, en torno, generalmente, a motivos de convocatoria.” (Dell’Anno, 2012; p.20).

Al partir de una perspectiva del Trabajo Social que permita transformar la realidad, el grupo se presenta como un espacio privilegiado para la intencionalidad de cambio. En tal sentido y al retomar los aportes de Dell’Anno (2012), se puede establecer que los grupos pueden jugar un papel importante en relación a la ciudadanía, la vigencia de los derechos humanos y la calidad de vida, en este caso de grupos minoritarios. Desde la perspectiva sistémica, la autora entiende que en estos espacios se dan interacciones vinculares e intersubjetivas, a modo de totalidades que forman parte de la estructura social pero que a la vez se distinguen de ella. En tal sentido, el proceso grupal se relaciona con el camino por el cual dichas totalidades sociales se forman, transitan y se disuelven en la dinámica del grupo.

Es importante considerar que en las interacciones intersubjetivas que se producen al interior de los grupos se ponen en juego los sistemas de significaciones que el medio produce. Es por ello que, así como las estructuras significantes del contexto social influyen en el devenir grupal, los cambios en los modos de pensar que los grupos generan también influyen en la sociedad toda.

Efectos socioterapéuticos Identidad grupal. Solidaridad “El grupo me cambió la vida”.

Isabelino

A partir de la rotación por el grupo, se pudo observar que, hay por parte de los participantes una apropiación del espacio y una pertenencia grupal que los lleva a que continúen participando activamente. En palabras de los mismos “acá compartimos los mismos problemas”, “vengo al grupo para sentirme acompañado, no sólo desde la rehabilitación”, “levantar el ánimo al que está mal por más que está en el piso” ,“ en este grupo comparto lo que me pasó y es diferente que decirle a mi familia. Puedo abrirme más y no lastimar a mi familia. Para ellos soy más fuerte”. La participación y adhesión al espacio obedece al sentido de unidad y pertenencia que se conformó. En palabras de Dell’ Ano “La pertenencia a un grupo requiere de cada persona el desarrollo de la capacidad de desplazar su propio eje egocéntrico para poder articularse con otros, es un proceso de comunicación y cooperación. Esto representa la posibilidad de un ejercicio donde se combinen la autonomía individual con el interés común, pues es importante lograr un equilibrio entre ambos planos.” (2015; p.24.).

Con esto, se pretende visibilizar que el grupo socio terapéutico cumple su función como tal y trasciende el espacio donde se fortalecen y desarrollan otras potencialidades a nivel grupal, entre ellas, la solidaridad entre sus miembros. A modo de ejemplificación, uno de los hechos significativos fue la creación de un grupo de WhatsApp, propuesto por los participantes. En el mismo, las profesionales no tuvieron incidencia, ni tampoco participan de él. La idea de crear este medio de comunicación tuvo dos objetivos por parte de los participantes. por un lado, querían continuar el diálogo con sus compañeros por fuera del grupo, en tanto, compartir chistes, ejercicios, recetas e información relevante con respecto a su proceso de rehabilitación. Por otro lado, que fuera un medio de compañía para “mandar mensajes de aliento, no solo pasar lo malo, también lo bueno” “conectarnos con un compañero para que venga al taller o que por medios económicos no puede venir” “preguntarle por qué faltó”. Es importante mencionar que no todos los participantes cuentan con un celular, ante lo cual el grupo se organizó para turnarse y llamarlos a sus teléfonos particulares. Estas situaciones conllevan a que las profesionales hayan construido un espacio de encuentro y solidaridad con el otro, en donde se profundizaron los lazos sociales, mediante el trabajo en equipo y la participación.

Sumado a ello, el grupo propuso contar con otros espacios de encuentro a nivel lúdico y recreativo. Dicha demanda corresponde a la necesidad propia de la vida cotidiana, de sentirse vitales y la ocupación del tiempo libre. “El tiempo libre es aquel modo de darse espacios personales libres ya que se dedican a actividades autocondicionadas de descanso, compensación y creación de ideas, que le dan sentido a la vida. (...) El concepto de recreación refiere al conjunto de actividades tan indispensables para el hombre como son el trabajo, el sueño, la alimentación. Nos producen entretenimiento, renovación vivificante si se llevan a cabo con otras personas, contactos sociales que nos mantienen vigentes y vitales” (Ludi, 2005; p.99).

Reflexiones finales

Desde la disciplina del trabajo social, es fundamental propiciar y formar parte de espacios que sean de interés y construcción en colectivo.

En la actualidad, luego de atravesar la emergencia sanitaria que produjo el Covid-19, con el aislamiento social, preventivo y obligatorio se profundizó el individualismo que, deviene en un sentimiento de soledad generalizado. Al tomar esto en consideración, y dando respuesta a una demanda de los pacientes, es la responsabilidad profesional en el marco de una institución pública, brindar estos espacios que fortalezcan los lazos sociales, la grupalidad, el encuentro y el intercambio vincular.

Por último, y no por ello menos importante, quienes escribimos queremos agradecer a las personas mayores que nos dejaron formar parte de esta experiencia y abrieron con nosotras sus historias de vida. Así como también a las profesionales que nos permitieron realizar esa rotación.

Referencias Bibliográficas

  • Dell' Anno, A. (2006). Resignificando lo grupal en el trabajo social. Espacio Editorial.

  • Ley N°26378. (2008). Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

  • Ley N°27360. (2017). Convención Interamericana sobre Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores.

  • Ludi, M. D. C. (2005). Envejecer en un contexto de desprotección social. Claves problemáticas para pensar la intervención social. Ed Espacio, Buenos Aires.

  • Poch, T. R. (1998). Trabajo Social de grupo: grupos socioterapéuticos y socioeducativos. Cuadernos de trabajo social.

  • Rodeiro, M. (2018). Guía de atención de pacientes amputados de INaRePS. Instituto Nacional de Rehabilitación Psicofísica del Sur. Mar del Plata. Recuperado en https://www.argentina.gob.ar/inareps/guia-atencion-pacientes-amputados

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